Vías Pirineos de dificultad media, [escalada PD, AD, D (IIº/IVº, máx. Vº)]. Vivencias de montaña. Rincones desconocidos o escasamente divulgados. Y alguna que otra reflexión

martes, 1 de agosto de 2017

Infierno, marmolera norte.


en verde, el proyecto inicial; en naranja la vía reseñada.

Tras la exploración de las marmoleras suroeste y oeste, que tan peculiar perspectiva brindan al pico del Infierno desde Sallent, quedaba pendiente una visita detallada a la marmolera restante, la norte. Hace ya bastantes años ascendí la vía normal de esta cara, si bien por la variante más próxima a los esquistos rojizos; en aquella ocasión apenas encontré indicios marmóreos, salvo algún que otro bloque arrastrado por el glaciar en las ya entonces vastas morrenas descubiertas por el retroceso del hielo. Por cierto, hace dos años ya expresé mis reservas sobre el estado del glaciar, presunción que, desgraciadamente se confirma: solo queda un helero residual con algunas grietas colmatadas. Muy pronto, ni siquiera eso.

Arnales e Infierno desde Bachimaña.

el desagüe de los Azules serpentea hacia Bachimaña.

Azul Superior.

Sin embargo, la presencia de mármol en esta vertiente ha superado con creces mis conjeturas. Toda la zona inferior presenta roca cristalizada, fruto del metamorfismo por contacto, de lo que supongo un mármol muy puro; en la mitad superior, por el contrario, aunque se conservan vestigios que sugieren la formación de la roca bajo una gran presión, el mineral tiende a parecerse cada vez más al calcáreo sedimentario grisáceo común. Sea como fuere, desde un punto de vista deportivo, el resultado es una adherencia excepcional que facilita sumamente la escalada; además, en el tercio inferior de la pared, la roca se muestra particularmente sólida, lo que no sucede en la zona superior, frágil y descompuesta.

la Quijada de Pondiellos hace honor a su nombre.

Así pues, el último sábado de julio emprendo la marcha desde el Balneario. Me llevará más de cuatro horas llegar al pie de la pared tras atravesar los caóticos domos de las morrenas (pesan tanto los años como los casi diez kilos de la mochila, ¿verdad?). Los últimos metros son delicados, por un piso resbaladizo aun a pesar de la escasa pendiente; la adherencia en esta zona varía en extremo, entre la excelencia y un penoso tránsito. Abundan aquí unas láminas que semejan barro fosilizado y son muy deslizantes.

corredor norte del Infierno.

la marmolera norte en todo su esplendor; por el centro discurría el proyecto inicial y por la derecha el realizado.

Pero todo cambia en cuanto emprendo el asalto a la pared: ¡magnífico! Es un verdadero placer deambular de un lado a otro, tanto que olvido mi proyecto inicial que versaba sobre una debilidad evidente en el centro de la muralla. Al fin y al cabo, he venido para reconocer la marmolera; ¿qué sentido tiene entonces encerrarme en una vía, la cual, además, aprovecha una veta de mineral oscuro? De forma sorprendente, se puede circular un poco por cualquier parte (IIIº) con notable facilidad; incluso es factible aprovechar cornisas y viras diagonales para avanzar en zig-zag todavía con menos obstáculos, en tanto que también es viable, de forma opcional y voluntaria, ensayar algún paso de IVº, algo que apetece en este terreno tan agradable, firme y seguro. Casi sin darme cuenta he superado más de la mitad de la pared, la más enhiesta, pero constato que paulatinamente la calidad de la roca va empeorando, cada vez más frágil y descompuesta. Decido acercarme a los esquistos bermejos por donde discurre la vía normal de la cara norte y la garantía de un terreno fácil que ya conozco; efectivamente, terminaré saliendo a la cresta por los esquistos, muy cerca de la antecima occidental del Infierno: las ascensiones en solitario exigen extremar las medidas de prudencia y seguridad (sí, soy perfectamente consciente de que los cánones ordenan no salir solo a la montaña).

la antecima oriental.

Paradójicamente, cuando la pared pierde algo de una verticalidad que jamás es acusada, la ascensión tiende a complicarse, no tanto por la dificultad sino por el tamaño y disposición de las presas, su fragilidad y el avance en adherencia que puede tornarse precario en cualquier momento. Realmente no parece que exista mucho problema en salir a la cresta por cualquier punto, o aprovechar alguna de las vetas de mineral oscuro que la atraviesan, pero los estratos se presentan bastante lisos y cualquier oquedad está tapizada de piedrecillas desprendidas, lo que no supone el mejor augurio precisamente; en suma, un terreno desagradable y expuesto, tan poco propicio para la aseguración como susceptible de albergar trampas de azaroso desenlace... sin descartar que se pueda superar con suma facilidad.

perspectiva desde la cumbre hacia el norte (Zarre, Gran Facha...)

la marmolera suroeste y la vira por la que ascendí hace dos años.

la cresta y la antecima occidental.

el extinto glaciar del Infierno y la Aguja Bicolor.

Garmo Negro y Algas.

En todo caso, ya he encontrado lo que buscaba, mármol, y lo he apreciado en abundancia y magnífico, tanto para satisfacer mi curiosidad como para disfrutar de una de las escaladas más satisfactorias y agradables que recuerdo, sobre, quizás, la roca de mayor calidad que conozco. De nuevo me resulta delicado valorar la dificultad de la ascensión, aunque creo que podría establecerse como Algo Difícil Superior (AD+), aun a pesar de no existir ningún paso de IVº obligatorio. El ambiente y la necesaria experiencia para afrontar esta ascensión pesan lo suyo.

https://es.wikiloc.com/wikiloc/spatialArtifacts.do?event=setCurrentSpatialArtifact&id=18930035
(descenso incompleto)

los ibones de Pondiellos desde el collado homónimo.

2 comentarios:

  1. Tienes todo, buen montañero, buen comentarista y buen fotografo eres un figura y te doy las gracias por tus videos y comentarios: salud y a seguir pateando estas maravillosas montañas

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  2. Gracias. Tienes un buen resumen de mis andanzas por las marmoleras y enlaces a las entradas: https://rondapyrene.blogspot.com/2018/01/las-marmoleras-del-infierno.html

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