Vías Pirineos de dificultad media, [escalada PD, AD, D (IIº/IVº, máx. Vº)]. Vivencias de montaña. Rincones desconocidos o escasamente divulgados. Y alguna que otra reflexión

sábado, 4 de enero de 2014

¿Esquí de montaña o montaña con esquis?

Reproduzco un artículo escrito para el anuario de Montañeros de Aragón de un ya lejano 2004. Desde entonces, mi experiencia con los esquís cortos es bastante dilatada, pues siempre los llevo en montaña. Cerraré esta entrada con las conclusiones derivadas de esa mayor experiencia.

Esquí corto... ¿más medio que fin?

Unas tablas cuya longitud no supera el metro, una fijación muy simple, que permite la liberación del talón para ascender y la retiene (sin mecanismo de seguridad) en los descensos. Todo, incluyendo pieles y cuchillas, por un peso que ronda los tres kilogramos y que, sobre todo, tiene un momento de inercia muy inferior al de los esquís convencionales...

¿Esquí de montaña o montaña con esquís? Esta es la cuestión clave. Si soñamos con amplias laderas de nieve polvo fresca, cuánto más profunda mejor, muchos grados bajo cero y una estela surcando el blanco infinito como huella de un descenso ideal... ¡seguiremos soñando mucho tiempo! en pos de una ilusión casi utópica, empapados en nieves embarazosas, costras que se aplastan e intentos malogrados de giros imposibles. La frustración será, demasiadas veces, nuestra infatigable compañera, pero, por si aún no fuera suficiente, resulta muy duro abrir huella en esa nieve tan profunda y el riesgo de aludes en tales condiciones supera con facilidad lo aceptable.

bajo las Foratulas (Brazato, Panticosa)

Existe otro punto de vista: cualquier terreno, cualquier nieve. Lo importante es estar allí; llegar, volver... desenvolvernos aceptablemente en unas condiciones en las que osar esquiar parece poco sensato. Olvidar (o casi) las engorrosas vueltas maría y descargar más de un kilo de cada pie (al menos quienes disfrutábamos de equipos catalogables en el rango de reliquias); descender por los espacios más estrechos y vencer los corredores más inclinados, por el módico precio de renunciar a la velocidad... En tal caso, lo nuestro puede ser el esquí corto.

Mis argumentos se basan en una experiencia más bien breve, de sólo tres salidas a final de temporada, la última en pista, en la que tuve la oportunidad de distribuir mi tiempo entre los esquís convencionales y los cortos. Y, además, la comparación se establece entre unos Rossignol Free Venture recién estrenados y unas tablas con más de dos décadas de solera, equipadas con fijaciones Silvreta 400. A pesar de todo, las conclusiones parecen claras: el esquí corto se ha mostrado claramente superior en casi todo, especialmente en situaciones comprometidas y nieves difíciles, salvo en presencia de hielo y al precio anunciado de renunciar a la velocidad.

ascenso a Garmo Negro (Panticosa)
Dos excursiones tuvieron como escenario al Balneario de Panticosa; en la primera, durante la ascensión al pico de Algas, encontré nieve primavera, con una costra ligera y pequeñas zonas de hielo que desaparecieron durante la bajada. El ascenso fue una delicia y el descenso una sorpresa continua, que me invitaba a abordar con seguridad las pendientes más escarpadas. Únicamente pude constatar cierta inestabilidad (perfectamente soportable a velocidades reducidas), ligera dificultad para mantener diagonales y una difusa tendencia al clavado de las espátulas... nada grave. Por el contrario, la excelente maniobrabilidad de las tablas fue un estímulo para intentarlo todo, incluso giros en el reducido espacio de los zig zag que describe el sendero de verano, ya en las proximidades del Balneario. Durante mi segunda visita a las Argualas, la nieve se presentó húmeda y muy profunda, con una costra muy ligera e irregular, en la que el bastón se hundía sin esfuerzo más de un metro. En tales condiciones no llegué muy lejos. Abrir huella se mostró tan duro o más que con los esquís tradicionales, pues me sumergía en la nieve hasta los tobillos y cualquier movimiento en falso incrementaba el hundimiento. La facilidad en las vueltas maría (tanto porque apenas son necesarias como por que cuando se realizan resultan muy cómodas) nunca compensó el mayor hundimiento; en cambio, el descenso por esta nieve desastrosa fue muy satisfactorio. La huella corresponde a la de un esquí conducido, casi sin derrapaje y las sensaciones que trasmiten las tablas son muy similares a las del esquí tradicional, sólo que se experimentan de forma muy dosificada, como a cámara lenta... lo que todavía permite disfrutar más de ellas. Ciertamente, las espátulas llegan a desaparecer por completo y, en ocasiones, la nieve sube casi hasta las rodillas: no hay problema, puesto que basta con mantener una mínima separación de piernas para evitar un intempestivo cruce de las tablas y éstas se controlan perfectamente, incluso en estas condiciones bastante excepcionales (hacía muchos años que no encontraba una nieve tan profunda y, a la vez, tan alejada de ese polvo fresco y liviano que tanto ambicionamos).

el esquí corto
Por fin, en Candanchú, con nieve primavera, tuve ocasión de realizar una comparación de mayor entidad. Durante las primeras horas de la jornada, calcé las tablas largas. Las condiciones eran excelentes en las pistas preparadas, pero mis incursiones en nieve virgen, con algunas huellas todavía heladas, resultaron poco estimulantes. Ya con los esquís cortos, el primer descenso sobre unas placas relativamente duras fue decepcionante, con una clara mejoría en nieve más profunda. En la misma zona virgen donde poco más de media hora antes dispuse de escasas concesiones, los esquís cortos se desenvolvieron de forma muy aceptable. Aún fue mejor el descenso del corredor de la Zapatilla: francamente, creo que con las tablas largas apenas habría disfrutado y, desde luego, el esfuerzo requerido para los virajes, necesariamente por salto, hubiera sido muy superior. Más tarde, pude también constatar una rápida adaptación a la nieve de pista, sobre la que también es posible alcanzar cierta velocidad; algo poco aconsejable con este tipo de esquí, pues la velocidad resalta todas sus carencias, las cuales apenas se manifiestan en caso de un comportamiento más adaptado a las características del esquí corto.

fijación... sin seguridad alguna. ¿De verdad prescindible?
En resumen: cuanto peores son las condiciones y más estrechos, pendientes y comprometidos los pasos, mejor comportamiento del esquí corto, al precio, ya referido, de desenvolvernos a escasa velocidad, algo a lo que, por otra parte, invita este tipo de esquí, especialmente si cargamos con una pesada mochila y las piernas están ya fatigadas por el ascenso. Entonces, la inestabilidad inherente a las tablas cortas se compensa de forma ventajosa con su excelente maniobrabilidad. Una difusa sensación de pérdida queda ahí, a pesar de todo. El esquí corto, más una herramienta que un fin en sí mismo, supone algo de renuncia, de abdicación; a cambio, nos proporciona una ilusión renovada y nos abre la puerta a un nuevo mundo en el que sólo la imaginación establece límites; quizá, también, un peligroso estímulo para nuestra osadía.

traza sobre nieve profunda. A la derecha, la huella de ascenso: el "punteado" denuncia el hundimiento de cada paso
Existen, al menos, dos opciones de esquí corto disponibles en el mercado: Los Rossignol y los Kong, estos últimos algo más pesados y dotados de fijación metálica. Ambos se sirven con pieles ajustadas a la suela y cuchillas para hielo; también podemos encontrar una versión intermedia, en torno al metro treinta, sobre la que podemos aplicar fijaciones de seguridad, pero, en mi opinión, los extremos son preferibles: o menos de un metro o tradicionales. En cualquier caso, sería deseable que las versiones actuales fueran todavía un poco más ligeras y puede mejorarse mucho la adaptación a las botas de montaña, ya que una de las funciones típicas del esquí corto es, sin duda, la de facilitar la aproximación a objetivos más relevantes.

Bien; hasta aquí el artículo. Lo primero que he de añadir es que han dejado de comercializarse los Free Venture de Rossignol (aunque, al parecer, se siguen vendiendo bajo otra marca: STC Snow Venture); tampoco será fácil encontrar unos Kong y he visto cómo desaparecían rápidamente excelentes propuestas de otras marcas como Hagan (Nanook). Al parecer, el esquí corto no goza de mucho éxito, pues tampoco me he cruzado con otros esquiadores equipados con "snowblade" o "bigfoot", como también se conoce a este tipo de esquí. Ciertamente, se ofertan hoy excelentes fijaciones de una gran ligereza y tablas largas adaptadas a las cotas "carving"  contra los que resulta difícil competir y que proporcionan maravillosas experiencias en todo tipo de nieves. Sin embargo, por mi parte, me ratifico en casi todo lo afirmado anteriormente, si bien podría subrayar que el esquí corto se desenvuelve especialmente mal sobre hielo, hasta el punto que en alguna ocasión he tenido que sustituirlos por los crampones; también se mueven con escasa soltura en terreno llano y pendientes muy suaves con nieve profunda. Pero, cuando viajan en la mochila o se deslizan sobre una melaza profunda, pueden resultar una bendición.
Quienquiera que desee profundizar sobre el esquí corto, deberá sumergirse en internet y armarse de paciencia. Algunas de las palabras claves podrían ser: skiboard: gaspo, summit y revel8; luego quedará investigar, entre otras cuestiones, cómo adaptar a un determinado modelo una fijación que permita liberar el talón para los ascensos. Haberlas, haylas; más complicado será encontrar cuchillas o focas previamente adaptadas, aunque para estas últimas siempre se pueden cortar a la medida unas con anchura previa suficiente.


descenso del Pico Royo (Formigal, Culibillas)
Y una advertencia final: quien no posea previamente una mínima técnica de esquí, no solucionará sus problemas merced al esquí corto, por muy manejables que sean estas tablas.
Ampliando las advertencias, diré que no, que no funcionan las botas de montaña. Lo he intentado un par de veces, siempre con resultado negativo. Son demasiado blandas, incluso las más rígidas y provistas de suplementos "ad hoc"; ya encontraremos muchas limitaciones con buenas condiciones... ¿qué se puede esperar en hielo, cuando hasta la bota de travesía no llega a proporcionar un apoyo lateral suficiente? Además, para escalar en hielo, mejor la bota de travesía que la de montaña, que solo puede ser superior en roca y mixto.