Vías Pirineos de dificultad media, [escalada PD, AD, D (IIº/IVº, máx. Vº)]. Vivencias de montaña. Rincones desconocidos o escasamente divulgados. Y alguna que otra reflexión

jueves, 6 de febrero de 2014

Peña Roya y Peña Blanca

Sabocos
Hoy, toca monte, ¿no?… Sin embargo, la predicción meteorológica indica una elevada probabilidad de aludes, pongamos que incluso roza el 4. ¿Dónde ir? 

bello amanecer sobre la Partacua
Cualquier salida a la montaña exige asumir un determinado nivel de riesgo que, en el caso del esquí de travesía, se concreta esencialmente en la posibilidad de caer atrapados por una avalancha. Particularmente peligrosas son esas insidiosas placas que construye la ventisca a sotavento del relieve y que solo esperan el peso de nuestro cuerpo para desprenderse; placas erigidas por el capricho del viento y no siempre fáciles de detectar, sobre todo cuando quedan enmascaradas por nevadas posteriores a su formación.

...y sobre las Argualas
 Las estadísticas muestran que la mayor parte de los accidentes provocados por aludes tienen lugar con riesgo 3, quizá por exceso de confianza. En cualquier caso, cuando el nivel señalado por la predicción asciende hasta un 4, es preciso extremar las precauciones y, en caso de optar por la realización de cualquier actividad, elegir cuidadosamente el trazado más protegido. Obviamente, nunca desaparecerá totalmente el riesgo, inherente a la práctica del propio montañismo; al fin y al cabo, también subir al vehículo que nos llevará desde el fondo del valle al pie de la montaña entraña ciertos y no nada despreciables peligros.

la montaña del Verde ¿o Fazeras?, vigía del ibón de Sabocos 
 En fin, sea como fuere, hemos decidido calzarnos los esquís. Entre los muchos recorridos posibles, la ascensión a Peña Roya y Peña Blanca, en la Sierra de Tendenera, suele mostrarse razonablemente segura, ya que la mayor parte del recorrido transcurre sobre las pistas de la estación de Panticosa. El itinerario parte del mismo pueblo, en la terminal inferior del telecabina, desde donde cruza el puente sobre el Bolática y aprovecha la pista de servicio de las instalaciones. Por el margen de las pistas se alcanza la estación superior y, por encima de ella, hacia los 2.100 metros, las inmediaciones del ibón de los Asnos; con un poco de suerte contemplaremos un hermoso amanecer. Justo a la salida del remonte Corona de Aragón, abandonaremos la cómoda nieve pisada para internarnos en una pequeña vaguada, casi siempre cubierta de incómodos ventisqueros muy profundos, antes de afrontar el resalte empinado (¿Faja Mandilar?) que flanquea toda la ladera por debajo de la cresta entre Sabocos y el Portielllo Chetro. Estamos ante el primer punto conflictivo del recorrido, aunque no recuerdo haber visto rastros de avalanchas por su costado oriental; todo lo contrario de lo que sucede en su extremo opuesto, bajo la arista Arbex, que desciende de Peña Roya por el norte hasta el Cuello Bozuelo, casi siempre surcada por numerosas trazas de pequeños desprendimientos. Tampoco suele faltar allí otro alud, este ya importante, que atraviesa la rinconada en la cabecera del ibón de los Asnos para depositar enormes bloques sobre el agua helada. Resulta, pues, del todo desaconsejable, rodear el ibón por este lado, mediante una travesía desde el Cuello Bozuelo, tentación muy atractiva si, por su menor desnivel, hubiéramos decidido partir de Hoz de Jaca. En tal caso, la mejor opción pasaría por enlazar con el itinerario descrito en la estación superior del telecabina.

Peña Roya desde lo alto de la Faja Mandilar. Nos colaremos bajo sus pie hasta el Portiello Chetro, a la izquierda
Obviamente, para llegar bajo la Faja Mandilar, queda otra llamativa solución, que tampoco recomendaré, muy a pesar de ser cómoda, fácil y rápida: pasar por caja y dejarse llevar cómodamente por los remontes de la estación. ¡Eso no vale!

Peña Roya: abundantes restos de placas desprendidas y huellas de avalancha por todas partes.
Sin embargo, a la fábrica de aludes aún le queda abundante munición
Afirmaba antes que nunca he visto rastros de aludes en el extremo oriental del resalte, justo en dirección a Peña Sabocos. ¿Seguro, pues? Nunca se sabe. Los primeros metros son muy empinados, si bien suelen aflorar algunas grandes rocas hacia la izquierda, que, además de fijar la nieve movilizable, indican el trazado de mayor seguridad. Enseguida, la pendiente se suaviza y asciende en dóciles ondulaciones, por las que habremos de encaminarnos hacia el oeste para coronar el lomo del resalte, limitado al otro lado por una leve hondonada con nieve muy profunda que conviene eludir. Ya en las proximidades de la cresta Arbex y suficientemente apartados de la ladera, giraremos a la izquierda para ascender por la vaguada que conduce en suave pendiente en dirección al Portiello Chetro (2.525 metros).

huellas de avalancha sobre el ibón de los Asnos, entre el extremo de la franja Mandilar y la arista Arbex
Aquí afrontaremos el segundo punto conflictivo del recorrido. La pala que defiende el Portiello, a nuestra derecha, se empina progresivamente y puede estar coronada por una cornisa más o menos marcada. Además, por su orientación, idéntica a la de las amenazadoras placas de la arista Arbex, es marcadamente sospechosa, aunque las huellas de aludes suelen interrumpirse en sus proximidades. No obstante, la zona peligrosa es muy pequeña y puede soslayarse ascendiendo muy pegados a la roca, hasta aprovechar la primera brecha que la corta; probablemente, será mejor subir sin esquís, excepto si creemos que arriba vamos a encontrar nieve muy profunda.

la arista norte de Peña Blanca (Arbex), desde Mandilar
Desde el Portiello Chetro, la cima de Peña Roya (2.575 metros) está muy próxima; un poco más allá se alza Peña Blanca, también al alcance tras salvar mínimos desniveles. En cuanto al descenso, por el mismo itinerario, será un placer surcar esta nieve profunda: si hay suerte, también encontraremos nieve virgen en la propia estación, hasta la zona de servicios Selva Verde; allí retomaremos la pista de acceso a la estación desde el pueblo, generalmente agradable de esquiar, aunque puede estar cortada en varios puntos; también es frecuente que existan incómodas placas de hielo en los últimos metros. Pero todo esto lo sabremos ya de antemano, puesto que estaremos recorriendo en sentido inverso el camino de ida.