Vías Pirineos de dificultad media, [escalada PD, AD, D (IIº/IVº, máx. Vº)]. Vivencias de montaña. Rincones desconocidos o escasamente divulgados. Y alguna que otra reflexión

martes, 22 de abril de 2014

Las cumbres menores de Ip

Otra antigua pieza rescatada de los anuarios de Montañeros de Aragón.

El circo de Ip es uno de esos lugares mágicos de nuestras queridas montañas, un espacio del pireneísmo, plácido y salvaje a la vez, de visita siempre recomendable; un apartado rincón de dúctiles praderas que ciñen las aguas de un hermoso ibón y en cuyas alturas reina un anillo de cumbres poco accesibles, entre las que todavía destacan en el flanco oriental, un tanto oprimidas por las moles masivas que las rodean, dos almenas consecutivas conocidas como los Campaniles de Ip; algo más al Sur, justo entre la Punta del Águila y La Pala de Bucuesa, se levanta un afiladísimo obelisco de estimulante aspecto: Los Piquez, explorado ya en un temprano 1927 por Jean Arlaud.

los dos Campaniles, desde la vertiente de Ip
los Piquez o Picu Lava, contemplado también desde Ip
Más pequeñas y menos altas que las magnas cumbres del circo, presumen estos tres resaltes de cierta dificultad para su conquista; quizá no sea para tanto, pero cuando, además, entrañan una sensación de inseguridad real y tangible, no sorprende la ausencia de turistas, senderistas, excursionistas y otras etiquetas de nuevo cuño en las que se divide hoy el segmento menos audaz de lo antaño englobado bajo la entrañable calificación de “montañero”. Tampoco estas cumbres chicas han merecido mucho espacio en la literatura, excepción hecha del colectivo Beturian Ara, que trata con cierto detalle sus vías normales. El nivel técnico de estos escarpes no sobrepasa en ningún caso el IIIº por su itinerario de menor resistencia, exponiéndonos, sin embargo, a un riesgo nada desdeñable: los tres se caen a pedazos, cuyos minúsculos e inestables fragmentos cubren casi por completo cualquier terracilla o cornisa sobre la que afirmar los pies. Desde luego, no son objetivos para inexpertos, ni tampoco para grupos numerosos, cuyos integrantes estarían expuestos a la lapidación propiciada por ellos mismos. ¿Por qué, pues, recomendar su ascensión? Pues porque están ahí; ya lo dijo Mallory, ¿no? Y porque su aspecto es una provocación, especialmente en lo que a Los Piquez se refiere. No hay mucho más e, ineludiblemente, tras su conquista terminaremos preguntándonos: ¿realmente ha merecido la pena?

itinerarios de ascensión a los dos Campaniles de Ip 
Hace ya bastantes años que visité Los Piquez (Picu Lava en algunas publicaciones); jamás he repetido la escalada ni he sentido la menor tentación para ello, ya que la reincidencia está poco justificada una vez aplacada la sed de victoria. Dicen, y es gente seria quien así lo afirma, que la dificultad técnica de la vía normal de esta agujita es elevada (D) pero, a despecho de lo descrito por Marcos Feliu o Beturian al respecto, en mis recuerdos apenas surge algún que otro paso de IIIº, ciertamente sobre un terreno ingrato y descompuesto. Quien desee dirimir tal cuestión, se obligará a remontar una canal poco empinada que asciende desde los aledaños del ibón hasta una brecha entre la Punta del Águila y la Pala de Bucuesa; allí aflora este incisivo monolito, cuyo zócalo meridional se prolonga mediante un enorme peñasco de faz prismática lindante con la brecha; un diedro abierto y tumbado de roca aún razonablemente sólida (podría ser la parte técnicamente más difícil de la ascensión, aunque también la menos expuesta) permite alcanzar el remate horizontal del prisma, desde donde será preciso encaramarse por la pared, casi siempre cerca de su arista, entre bloques y mezquinas cornisas; el terreno es muy escabroso y carente de solidez, en tanto que la propia cumbre, una piedra afilada sobre la que resulta harto complicado poner el pie, hace gala de una servidumbre subrayada en casi todas las guías: se corona únicamente con la mano, lo que supone algo más que una tópica y reiterada anécdota. El descenso no requiere necesariamente rápel pero, de usarlo, será inexcusable prevenir con casco los inevitables desprendimientos que podría provocar la propia cuerda, un riesgo patente que en modo alguno conviene menospreciar.

el Campanil Sur visto desde su compañero septentrional
En cuanto a los Campaniles, se trata de dos siluetas vecinas algo amazacotadas y separadas por un grácil collado, susceptible de alcanzarse en unas cuatro horas desde el Puente de los peregrinos en Canfranc; el Campanil ubicado junto al Hombro de Escarra o Pico Balsera presenta una silueta atrevida y es de conquista muy rápida, si bien algo más exigente que su colega situado al Sur. Aunque parece accesible a través de toda su vertiente oriental, con obstáculos que probablemente sólo superarán ocasionalmente el IVº, la seguridad debería primar por delante de cualquier criterio deportivo o estético, lo que aconseja restringir la actividad a las zonas más sólidas y de menor compromiso. Conviene también resaltar las limitadas opciones que ofrecen ambas peñas para el recurso a técnicas de oposición, tan eficaces sobre terreno descompuesto; por lo demás, será habitual una ardua tarea de limpieza de escombros previamente al desplazamiento de los miembros, sobre todo en este Campanil, pues su homónimo es más fácil y, sobre todo, más estable. La vía más sensata y, en todo caso, la de descenso, parte del citado collado entre los dos Campaniles y remonta la corta arista Sur por su borde oriental; el itinerario de menor resistencia sólo impone un brevísimo paso de IIIº

la cresta entre la punta del Águila (izquierda) y el pico de Bucuesa (a la derecha)
Confieso que, tras la vivencia sufrida en este Campanil, estuve a punto de rehusar al asedio del otro; sin embargo, me aventuré con cierta timidez a explorarlo para, con gran sorpresa, hallarme diez minutos después en su cumbre. Estamos ante una muela alargada y defendida por una peana que rodea todo su perímetro a modo de pequeño zigurat de dos pisos; sobre ella y en el flanco de Ip, una fácil terraza inclinada, ligeramente ascendente y susceptible de recorrerse caminando, busca el punto débil de la torre superior, más o menos a mitad de la cara Oeste, para alcanzar así la cresta cimera. El perfil de la arista Norte prometería una ascensión hermosa y divertida, pero la calidad de la roca se mantiene poco propicia a tal experiencia. Eludiendo los obstáculos más engorrosos, este Campanil no llega a presentar nada que supere el IIº, por lo que la calificación que ostenta —AD— parece exagerada; ciertamente, el recorrido sobre la cornisa que ciñe la cara de Poniente es algo vertiginoso, pero puede efectuarse junto al muro vertical que la delimita y que ofrece una continuidad de excelentes presas para las manos; el piso, integrado por algunas losas, hierba y tierra, es, por otra parte, relativamente estable, al menos siempre que se mantenga en buenas condiciones (en cualquier caso, lo que falta en dificultad abunda en peligrosidad).

los Cuchillares. Otra cumbre "menor" de Ip, a la que no he tenido ocasión de ascender, desde el Este...
... y desde la cresta noroccidental del pico de Bucuesa
Como apunte final, conviene evocar una sugerente excursión recogida en la obra de Jesús Vallés dedicada a la Partacua: el periplo de toda la cresta, de Norte a Sur entre Punta Escarra y los Cuchillares, inaugurado por los Ravier y Michel Souverain en 1991, y del que parecen desconocerse repeticiones.

Bucuesa...
Águila...
y Escarra.