Vías Pirineos de dificultad media, [escalada PD, AD, D (IIº/IVº, máx. Vº)]. Vivencias de montaña. Rincones desconocidos o escasamente divulgados. Y alguna que otra reflexión

miércoles, 19 de agosto de 2015

Pico de Lecherín, cresta suroeste.

naranja, vía reseñada (D); azul, canal sur (PD); verde, vía normal (F)

Todavía es de noche en Canfranc cuando me calzo las botas e inicio la caminata. Aún no lo sé, pero las cosas no saldrán exactamente como estaban previstas y la excursión al pico de Leserín (que no Lecherín, como se refleja en todos los mapas y es de uso común, y también Pico de la Garganta de Borau) se prolongará hasta acumular un desnivel superior a los dos mil metros; por su parte, el breve asalto a la cara sur del pico, una escalada corta pero interesante, entrañará pasos bastante serios. A pesar de ello, culminé mi proyecto, así que el regreso fue muy feliz; esta vía, sin embargo, no tiene excesivo sentido, pues la proximidad a las dos normales resulta evidente: sobre todo prevalece el interés deportivo, del que, por fortuna, no carece; además esconde alguna curiosa sorpresa. En cuanto a la roca, resulta sólida y fiable, si bien no se distingue por su adherencia; encontré la pared todavía con abundantes restos de humedad, secuela de un fuerte chaparrón y de la boira que había arropado la montaña durante la tarde anterior, pero no creo que totalmente seca experimente una notable mejoría.


que no falte la correspondiente foto del amanecer; ¿para eso sirve madrugar tanto, no?
...y ya puestos, la alborada sobre el circo de Ip

Pero tornemos al principio: partí por el camino del barranco de los Meses (GR 11), el cual asciende hasta la majada de Gabardito tras conectar con la pista que proviene de Villanúa; un sendero franco y bonito que cuando alcanza la zona abierta de pastos, y enseguida un primer refugio forestal, se interna en un fastidioso sube y baja, culpable en parte del desnivel que terminaré acumulando. Realmente, en muy pequeña parte, ya que la visita a la Cueva helada de Lecherines se llevó el gran premio en cuanto a esa cuesta suplementaria. Tras sobrepasar la majada de Lecherín Bajo, habremos de continuar hasta las proximidades del refugio militar López Huici, desviándonos algo antes de alcanzarlo hacia nuestro objetivo por el camino más evidente que nos resulte cómodo. Existen vestigios de senda hasta el collado, ubicado a 2.400 metros, entre los Mallos de Lecherín y el pico; así pues, desde aquí únicamente 170 metros nos separan de la cumbre, de los cuales solo unos cien serán de escalada.

la majada baja de Lecherín; ¡Leserín!

Desde el collado se advierte una canal que escinde la cara sur por su mitad y sube hasta las dos puntas gemelas que conforman la cima, donde se distingue un pequeño forato. Por este corredor transcurrió mi primera ascensión al pico, a finales de los años setenta. Es más fácil de lo que aparenta, tal y como también se verifica en el espolón que desciende justo a la derecha y por el que transcurre la vía normal, así como el camino de descenso (apenas requiere el apoyo de las manos). Quizá influido por estas peculiaridades entendí como muy accesible el resto de la cara sur, con excepción del zócalo de roca más clara en el que se sustenta y que llega al extraplomo en su base.

los Mallos de Leserín, durante la aproximación desde la Majada Alta; a la derecha, el pico
...y con un poquito más de detalle desde las proximidades del collado
el pico de Leserín; ya se advierten los detalles
...y se puede apreciar que la canal sur es bastante tumbada; también, la supuesta facilidad de los espolones.
La vía normal parece menos escarpada de lo que es.

Estaba convencido de que se podía realizar un trazado a la medida de cada cual, de acuerdo con el estado físico y anímico, con la posibilidad de rectificar la línea de ascenso siempre que se desease. ¡Pues nada de eso! Ataqué el primer muro mediante una corta y desdibujada chimenea, eludiendo el mentado zócalo, complicado y dotado de presas redondeadas. Ya estos primeros metros (III/IV) anuncian que el pico de Lecherín sabe cómo defenderse. Y el augurio tiende a ir de mal en peor, alternando relajantes plataformas con pasos duros que obligan a rastrear continuamente la trayectoria de menor resistencia.

desde el collado se aprecian bien las diferentes líneas de ataque

Hacia la mitad de la ascensión se alcanza lo que desde abajo semeja una gran terraza desde donde parece factible elegir la continuación de la escalada entre varias opciones, ninguna de ellas demasiado complicada. Pero lo que encontré fue el enorme brocal (unos quince o veinte metros de largo por cuatro o cinco de ancho) rigurosamente rectangular y de muros verticales de una enorme sima, de profundidad insondable; ¡Dios mío, esta montaña está hueca! Claro que, deslumbrado por el sol, no se advertía el fondo, pero el apagado y lejano sonido de una piedra que arrojé para comprobar la magnitud del abismo tardó una eternidad en volver hasta mí… una espeluznante eternidad, al constatar que la única salida viable hacia la cima progresa justo a través de una cornisa ascendente sobre la negra boca del agujero. Para mayor emoción, la cornisa se interrumpe poco más de un par de metros por debajo de una grada que será preciso alcanzar mediante el paso más complicado y expuesto de la vía (IV+). La continuación es más sosegada, si bien manteniendo siempre un apreciable nivel de dificultad (III/IV) hasta la cima, en la cual perdura un simpático buzón que ya estaba allí durante mi primera ascensión.

edición, febrero 2021: La entrada de la gruta tiene exactamente 14 metros de fondo por 4 de ancho; la profundidad vertical alcanza los 70 metros en el pozo inicial, prolongándose después hasta los 150 metros, con un desarrollo total de 210. Corresponde al nombre de Grallera del Libro, según el Centro de Espeleología de Aragón (el pico es también conocido como del Libro). Referencia: Aragón Subterráneo, número 2, 2019 p. 36 (revista del CEA).

el vecino Aspe desde la cima
al Este, el circo de IP: la Pala de Ip, Ezcarra, Águila, Bucuesa y Collarada
los Mallos desde la cima
la antecima oriental; abajo, a la izquierda, Rioseta
el simpático buzón de la cumbre, hoy sin tarjetas
perfil del espolón ascendido

La Cueva helada de Lecherines no está muy lejos. ¿Por qué no visitarla? Pero un inmenso lapiaz nos separa de su boca; el intento de atravesar este atormentado glaciar de piedra sin perder altura implica una ingrata tarea de incierto desenlace. Es más aconsejable descender hasta la senda que une la caverna con el refugio López Huici, si bien cuando tomé esta decisión pensaba que la pérdida de altitud iba a ser menor de lo que realmente es. En compensación, desde la gruta desciende un bien marcado camino hasta la majada baja de Lecherín. La visita fue un tanto decepcionante, ya que ha desaparecido la gran columna central de hielo y en su lugar existe un curioso hueco elaborado trabajosamente por el goteo del techo, ese goteo que ya no persiste congelado en estío. Tampoco perdura el lago ni la cascada de hielo.

la gran boca de la Cueva helada de Lecherín desde su interior
justo aquí se formaba una gran columna de hielo, sustituida por este agujero cuando el goteo ya no se congela 
la cavidad lateral junto a la entrada, con su lucarna superior

Y por fin, para el retorno a Canfranc, puede utilizarse el sendero que desciende por el barranco del Aguaré; se toma justo cuando se desvanecen los pastos y aflora la pista de Villanúa. Allí, un prudente letrero nos advierte: “Clavijas, difícil”. Pero no hay tal.