Vías Pirineos de dificultad media, [escalada PD, AD, D (IIº/IVº, máx. Vº)]. Vivencias de montaña. Rincones desconocidos o escasamente divulgados. Y alguna que otra reflexión

viernes, 1 de noviembre de 2013

Pic d’Arri (cresta oriental), Arlet, Gabedaille.

el pico de Gabedaille, a la izquierda, y el de Arri, a la derecha, desde Somport
Desde Somport, se divisan hacia el noroeste las siluetas de dos cumbres; la más elevada, el pico de Gabedaille (Acué), domina el paso de l’Escalé en la cabecera de Aguas Tuertas; a la derecha de esta montaña (cuya antecima norte figura en algunos mapas españoles como Gabedallo) y al otro lado del collado de Couecq o de la Contende (también Acué, muga 279), se alza una meseta de laderas escarpadas que lanza hacia el noroeste un suave cresterío hasta el Pic d’Arlet. Se trata del Pic d’Arri, también dotado de varias antecimas, regaladas con un fárrago de topónimos según la fuente consultada. Nuestros vecinos del norte se complican menos la vida y solo mencionan tres cimas principales en los mapas del IGN galo: Gabedaille, Arri y Arlet, si bien a la primera la denominan también como Signal de Espelunguère.

Somport desde Couecq; al fondo, las cimas de Ip y Collarada 
Siempre me he mostrado muy sensible a las luces de otoño y a sus colores deslumbrantes. Por ello, acostumbro a realizar alguna salida en octubre que transite por hayedos; el bosque de Espelunguère, sobre las Forges d’Abel, justo a la salida norte del túnel internacional de Canfranc, constituye una seductora empresa. Y un interesante proyecto consiste en recorrer la cresta extendida entre la punta conocida como Sommet de Couecq (2012 m., junto a los collados de Lapachouau y d’Arrouy) y el Pic d’Arri (2157 m.), para descender al Col de Couecq (2019 m) y ganar el Gabedaille; el descenso para tornar al bosque de Espelunguère discurre por el paso de l’Escalé de Aiguë Torte (1635 m., muga 280), cerrándose así un hermoso periplo circular. Además, como una extensión muy recomendable, es posible incluir también la visita al Pic d’Arlet.

el Pic d'Arri desde la cresta  que proviene de Couecq; a la derecha el de Arlet
la cresta desde la cumbre; en primer plano la última serie de gendarmes
otra perspectiva de la cresta, ahora por su vertiente norte
Pocos metros después de atravesar el túnel internacional, ha de tomarse un desvío a la izquierda hacia Les Forges d’Abel; la pista asfaltada y un tanto confusa en su inicio cruza bajo la vía del ferrocarril por un angosto paso, para trazar de inmediato un pronunciado giro a la izquierda seguido de otro a la derecha, junto a una instalación eléctrica. Poco después inicia un fuerte ascenso que incluye un par de horquillas, avanza hacia el fondo del valle y, tras cruzar el torrente, llega a la central eléctrica d’Estaens (1268 m.) donde muere el asfalto y se abre un pequeño estacionamiento. Un kilómetro más arriba existe otro aparcamiento, más amplio; allí, la pista queda cerrada al tráfico no autorizado, si bien prosigue de uso restringido para los granjeros hasta las cabañas de Grosse en el vallejo de Couecq.

el pico de Gabedaille desde la cresta oriental al Pic d'Arri
En cualquier caso, conviene iniciar la excursión en la central eléctrica y atajar el último kilómetro de pista a través de un sendero a través del bosque; será el primer contacto a pie con el hayedo. A la altura del aparcamiento superior nace un camino señalizado que, de inmediato, pasa junto a una bella cascada: su mejor fotografía tiene lugar cuando el sol enciende las hojas de los árboles, a primera hora de la tarde.

la coqueta cascada de Espelunguère. Lástima: olvidé el trípode y no pude
 tomar la imagen con una velocidad mucho más lenta para "sedar" el agua
Sobrepasado el salto de agua, hemos de abandonar el sendero remontando la pradera hacia la derecha para enlazar de nuevo con la pista, que podemos seguir atajando próximos al límite del hayedo eludiendo algunos de sus zig-zag, hasta que se interna en el bosque donde, poco más tarde y después de un tramo horizontal, deviene angosta vereda. Tras un empinado repecho, el camino termina por unirse a un ramal secundario de la pista, única opción en la actualidad para alcanzar las granjas con vehículo y que también constituye una alternativa atractiva para acceder a pie al vallecillo de Couecq (puede tomarse partiendo del aparcamiento, único desvío a la derecha, después de un kilómetro aproximadamente). Tenemos ahora a la vista una larga cresta sensiblemente horizontal que enlaza el collado de Arrouy (1961 m.) y el Pic d’Arri, al oeste. La cresta, a unas dos horas del inicio, está salpicada de varias series de gendarmes, cuya superación íntegra resultaría muy laboriosa y difícil, sino inexpugnable en algún caso, pero todos pueden evitarse con escasa complicación, preferiblemente por la vertiente sur, pues la opuesta suele estar muy húmeda y resbaladiza. En cualquier caso, aquí o allá será preciso echar las manos, quedando al gusto de cada uno el tiempo y esfuerzo invertido en tal menester. Realmente, no existe mucha justificación para encaramarnos a todas y cada una de las piedrecillas sembradas con profusión en la cresta; sin embargo, la última serie de atractivos bloques, que precede a una difusa brecha herbosa, no puede evitarse sin perder mucha altura salvo mediante un flanqueo acrobático, una vez más por la vertiente soleada (de proseguir estrictamente por el filo, debe preverse un pequeño rápel final). Estamos frente a la última cuesta: rocas a la derecha y empinadas laderas herbosas a la izquierda. Existe un sendero, casi borrado y muy expuesto en algún tramo, que discurre entre las matas de arándanos y vence la ladera por la izquierda, sureste; es mejor opción afrontar directamente el acceso a la cima, acogiéndonos a la ración de roca y vegetación deseada. En cualquier caso, buena parte de nuestras presas estarán constituidas por los arbustos: no es este en absoluto un terreno adecuado para montañeros poco versados en el terreno de aventura; en realidad, para nadie si las condiciones son adversas y me temo que basta para ello con un poco de humedad; ¿acaso es eso raro en Francia?

Aguas Tuertas desde Arlet; al fondo el Bisaurín entre las sierras de Secús y Bernera
Desde el Pic d’Arri, alcanzar el de Arlet requiere muy poco tiempo y esfuerzo. Merece la pena, pues las panorámicas que se divisan son dilatadas, variadas y de sumo interés. De regreso al Pic d’Arri, el presuntamente fácil descenso al collado de Couecq nos reserva una sorpresa. Contemplada desde arriba, la canal, cuyo recorrido cota Ollivier de F+, resulta impresionante. Siembra la duda, desde luego; no obstante resultará más fácil de lo que aparenta. Pero, aunque los movimientos de escalada, si los hay, son efectivamente elementales, el terreno y la pendiente sobrecogen el ánimo. Nos acogeremos con fruición al amparo de hierbajos y matorrales, porque aquí resulta excepcionalmente impracticable la siempre gratificante opción de permutar peligro por dificultad; esto es, huir del terreno descompuesto e inestable para cobijarnos en roca sólida aun vertical.

el pico de Gabedaille desde el Pic d'Arri
Por fin ya en el collado, el ataque al pico de Gabedaille es muy rápido. Podemos ascender directamente por la arista norte (recomendable) o bien realizar una travesía hasta la arista oeste, para alcanzar por ella la cima. La peor opción es la intermedia, pues el precario terreno en la proximidad de la cumbre torna dudosa la codiciada ganancia de tiempo. Para bajar hasta el paso de L’Escalé es factible un descenso directo y muy rápido, no indicado en los mapas, por empinadas laderas de hierba prácticamente junto a la línea fronteriza. Tan solo restará un breve y gratificante paseo por el bosque de Espelunguère para tornar al punto de partida.

el Pic d'Arri desde las laderas del pico de Gabedaille.
La canal de descenso discurre por la izquierda, justo en el límite de la sombra
Castillo de Acher y las cumbres de Oza y Zuriza desde Gabedaille
Esta excursión solo debería emprenderse con buen tiempo y condiciones. Humedad y niebla pueden complicarnos mucho la existencia, a pesar de la profusión de arándanos excelentemente enraizados a los que, tarde o temprano, abrazaremos. Además, aunque el hayedo sumido en la bruma posee una magia especial, en este caso sería imperdonable perder unas magníficas perspectivas por falta de visibilidad.

el ibon de Estanés desde la cumbre del Gabedaille. Puede observarse la viabilidad del 
descenso por las praderas hasta el paso de l'Escalé de Aiguës Tortes, abajo a la derecha
aquí, junto a l'Escalé, el agua corre (perdón: pasea) ya hacia Francia.

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