Vías Pirineos de dificultad media, [escalada PD, AD, D (IIº/IVº, máx. Vº)]. Vivencias de montaña. Rincones desconocidos o escasamente divulgados. Y alguna que otra reflexión

sábado, 28 de septiembre de 2019

Mallo las Peñas y Forato Os Diaples (II)

vertiente norte de la canal del Forato. Verde, gran entrada de la Cueva. Naranja, (1) Forato escondido con salida a la otra vertiente, fácil visita desde el sur; (2) Forato del todo inaccesible en el cual se advierte la luz del otro lado ,visible desde gran parte de la Ripera.

¿Forato o Foratos? No ha mucho, citaba en este mismo blog la existencia de dos posibles “Forato Os Diaples” y la confusión toponímica suscitada; bien, ¡pues son al menos tres! Y, muy probablemente, alguno más. De momento, puedo hablar de dos de ellos que perforan la pared de norte a sur. Uno muy visible, al que me refería en aquella ocasión como “Forato chiquitín”, muy alto y a la derecha de la oscura y enorme entrada de la comúnmente denominada “Cueva del Forato”. Otro, el recogido en numerosas fotografías y testimonios, que abre su boca norte solo un poco por encima de la Cueva; el primero exhibe la luz que lo traspasa claramente visible desde la Ripera, en tanto que ni siquiera la boca del segundo, por el contrario, apenas es perceptible por el norte.


Forato Os Diaples, vertiente Sur. A la izquierda, el Forato más elevado, inaccesible por ambos lados. A la derecha, entrada muy marcada del otro Forato, que desemboca justo encima de la gran caverna.

En fin, que dispuesto a visitar la entrada sur del forato más famoso, y, de paso, coronar el Mallo de las Peñas, cima todavía pendiente en mi nómina de proyectos, emprendí este mes de setiembre una hermosa ascensión a través del Barranco del Infierno, en las proximidades de Yésero. Amaneció una mañana brumosa que no presagiaba un éxito fácil; sin embargo, no fue la niebla la culpable de mi extravío siguiendo el curso de la Artica Gayola, lo que implicó finalmente un buen rodeo por terreno incómodo. A través de un áspero lomo, de esos que obligan a usar las manos de vez en cuando, y gracias al GPS, alcancé por fin la vastísima banda superior de lapiaz, extendida por debajo de la dilatada cresta cimera, que abarca desde el Mallo de las Peñas hasta el pico de Tendenera (Tendeñera para los habitantes de la vertiente sur). Esta castigada banda, plena de sumideros, covachos y agujeros de todo tipo, es, sin embargo, fácil de transitar. Aquí, el agua superficial no circula; simplemente se hunde... y trabaja la roca en todas las direcciones, aprovechando sus debilidades estructurales. Nada tiene, pues de extraño, que alguno de estos regatos subterráneos perfore la montaña de parte a parte.


barranco del Infierno, aguas abajo del refugio de Gavín.

en ascenso por un lomo agreste; al fondo el Mallo de las Peñas.

la niebla se despereza poco a poco.

el lomo por el que he ascendido presenta algún que otro obstáculo.

el puerto de Yésero.

Bachesango y cabecera de Artica Gayola.

Mallo de las Peñas, cara este. No se divisa ningún acceso fácil, pero existe...

...y discurre por un estrecho paso escondido. Requiere una trepada elemental (I/II); también se hace necesario tomar buenas referencias para localizar el paso en el descenso.

La entrada al ¿popular? Forato Os Diaples (por aquí apenas se observan rastros de presencia humana) se encuentra a casi 2.500 metros, en forma de doble orificio. Tras un pequeño descenso, aparece una galería relativamente grande de sección triangular, en cuyo fondo se adivina la continuación, ya muy angosta, de un corredor en franco descenso. Al final, nos espera una ventana hacia la Ripera. Por el tamaño de la abertura y su ubicación, próxima a la gran cueva,se deduce que no se trata del Forato cuya ventana iluminada se observa desde la Ripera, sino de otro, tan enmascarado por el norte como patente por el sur. Desde su interior, es obvio que este forato no permite el paso de la luz de un extremo a otro, ya que no existe comunicación directa en línea recta entre ambas entradas. En cuanto al otro forato, mi “chiquitín”, el que sí exhibe un tragaluz muy visible desde la Ripera, carece de acceso factible tanto por el norte como por el sur.


orificio inferior de entrada al Forato...

...que da acceso a una curiosa galería, bastante amplia y de sección triangular.

el orificio superior, por su parte, proporciona una buena iluminación al interior.

la galería se prolonga, ahora ya muy estrecha, hasta desembocar el la otra vertiente. Empinada y colmada de derrubios inestables, puede también existir hielo y requerir precauciones extremas para su recorrido. Además, aquí apenas llega la luz.

aunque muy enmascarada, la ventana se abre al Rincón del Verde, algo por encima y a la derecha de la sombría entrada de la gran caverna, patente desde la Ripera.

Tuve un buen día, muy agradable. Y la cima del Mallo de las Peñas estaba ahí, esperándome, a tan solo poco más de un centenar de metros por encima. Ciertamente, de no saber que existe una vía fácil, hubiera dudado de su presencia. Rápida, cómoda, permite acceder a la cumbre en unos minutos. Pero se requiere tomar buenas referencias para localizar la estrecha canal en descenso, cuestión vital, ya que no puede contarse con otra vía alternativa. De hecho, contemplada desde lo alto, impone lo suyo, punto a tener en cuenta en caso de que nos acompañe alguien poco habituado al vértigo. Sin embargo, apenas será preciso usar las manos (I/IIº).


el gendarme que limita la canal de acceso; a la derecha los paredones en los que se abre el Forato más elevado.

el vecino y poco accesible pico del Forato. Por estos parajes, todo son "foratos" y casi todo sabe cómo defenderse de los intrusos.

ladera del Bachesango, en sombra, por delante del valle del Sía, con el que se comunica a través del puerto de Yésero.

el baranco del Infierno y Yésero, al fondo.

un vistazo hacia el norte y la Ripera.

el pico de Sabocos, cara este, sobre el recóndito circo de la Refoya.

pico del Forato, vertiente sur; quizá el pico menos accesible de toda la sierra.

los dos Foratos que ilustran este texto.

El Mallo de las Peñas tiene una sosegada cara sur en las proximidades de la cumbre, amplia pala que busca la vertical en su zócalo. Existe paso sin demasiadas complicaciones, pero sería temerario emprender un descenso aventurado sin conocer exactamente dónde se localizan los puntos claves de un itinerario poco intuitivo.


cara sur del Mallo de las Peñas. Hacia la izquierda se advierte una notable debilidad en el zócalo vertical.

Sabocos.

Por lo demás, el retorno esconde otros obstáculos amablemente disfrazados: el bosque suele ser impenetrable, como bien tuve ocasión de comprobar. Conviene deambular siempre por terreno abierto y no abandonar los caminos... solo que estos, a veces, desaparecen de forma brusca y sin previo aviso. Por fortuna, no abundan en el sotobosque las especies espinosas, salvo algún rosal y escaramujos, pero la experiencia no deja de ser enojosa.


barranco del Infierno, que el camino atraviesa en varias ocasiones. El retorno es bastante sombreado, lo que se agradece en una cara sur tan soleada. No obstante, es poco aconsejable aventurarse por estos parajes en plena canícula estival.


miércoles, 7 de agosto de 2019

Forato os Diaples


los dos Foratos. A la izquierda la sombría entrada del grande; arriba, a la derecha, muy pequeñito, el otro.

¿Forato…? ¿Pero qué es un forato? Sin ulterior análisis, estamos hablando de un agujero, voz habitual en los dialectos propios de las tierras altoaragonesas, donde adquiere nombre propio en numerosas ocasiones, como la Peña Foratata y, más en particular, la Peña del Forato, en la sierra de Tendenera (Tendeñera en su vertiente meridional). En mi adolescencia, durante mis estancias en Panticosa, aún pude escuchar muchas palabras correspondientes al habla de las tierras tensinas, mas no recuerdo haber oído nada acerca de un famoso Forato, no muy alejado del ibón de Sabocos. Y si hoy preguntamos a los panticutos, obtendremos respuestas ambiguas acerca de cuál es, en realidad, el Forato os Diaples, ya que existen dos agujeros muy próximos, uno enorme y muy visible desde la Ripera, que da entrada a una todavía más grandiosa caverna, y otro un poco más alto y escondido que, este sí, permite el paso de la luz desde la otra vertiente.

 
el puente de la Zoche, camino de la Ripera.

un tenue rayo de sol enciende la montaña del Verde.

la Ripera tiene una marcada vocación pastoral.

¿Cuál de los dos es el verdadero Forato os Diaples? Ambos bien merecen una visita, pero el superior es inaccesible desde el norte. De hecho, en mi proyecto, figuraba como objetivo principal la cara norte del Mallo de las Peñas y su corta pero hermosa escalada. El día no acompañó y el tal Mallo no se dejó ver en toda la mañana, envuelto en la boira. El acceso, defendido por una enhiesta e incómoda glera, también contribuyó a limitar la excursión a la visita del gran agujero. Cuando hace unos años ascendí por estos mismos vericuetos a Peña Forato, igualmente envuelto en la niebla, hasta el punto de que no podría determinar exactamente por dónde subí ni por dónde bajé, de nada me sirvieron unas marcas previsoras para no perderme en el descenso y hube de improvisar un corto rápel. En esta ocasión, también la niebla tuvo su protagonismo. 


mañana desapacible y neblinosa; justo en el centro, entre las dos masas sombrías, puede adivinarse la canal de los Foratos.

la Ripera aguas abajo desde el Rincón del Verde.

la cascada de Tendenera; al fondo, Mallarruego.

tras la nube, el pico de Escuellas dominando la cascada de Tendenera.

Pero situémosnos: estamos al fondo del valle tensino de la Ripera, en el paraje conocido como Rincón del Verde, a unas dos horas de Panticosa. Enfrente, la impresionante y formidable cara norte de Peña Forato; a la derecha, una amplia canal, bastante empinada en su zócalo, en cuya parte superior se observa la entrada de una enorme caverna. ¿Es este el Forato os Diaples? Bien podría ser, pero, con un poco de atención, observaremos algo más alto y a la derecha un orificio muy pequeño por el que pasa la luz, también visible desde algunos puntos de la Ripera. Este Forato no se puede visitar, ni desde la vertiente meridional, ni, como resulta evidente en las fotos, tampoco por el norte.


la impresionante cara norte de la Peña del Forato...

...y su no menos impresionante vecino.

Se puede trazar un interesante circuito, ascendiendo por la Ripera y retornando por el ibón de Sabocos y las pistas de esquí. En esta ocasión, partí desde la estación inferior del telecabina, aunque el camino hasta la Ripera se hace algo más breve mediante la pista (cerrada al tráfico) que parte de la zona recreativa de la Selba Plana, bajo la Peña Forroniás. 


entrada a la canal.

muy cerca ya. Y, entonces, bajo la boira y el agujero desapareció.

desde un poco más cerca. El acceso parece fácil, ¿verdad? En realidad, así es... hasta cierto punto.

Encontré el apacible vallejo de la Ripera más bien algo desapacible y su entorno envuelto en nubes bajas. Poco a poco, la mañana se fue despejando, pero justo cuando alcancé las inmediaciones del Forato, la niebla tornó a descender; perdí la vista del oscuro boquete que le da entrada y lo busqué demasiado a la derecha. Una breve trepada sobre terreno muy inestable y desagradable me convenció pronto de mi error. Accidentado regreso sobre mis pasos para evitar perder demasiada altura y eludir también la pedrera más inestable. Un poco de circo, pues. De pronto, reapareció la negra cavidad, de acceso aparentemente fácil. Pues no hay tal, se defiende bien, con un talud terroso muy empinado, que solo se puede esquivar a través de las rocas arruinadas que lo limitan. Un poco más de circo. En invierno, la visita será mucho más agradable y, sin duda, interesante.

 
el gran boquete desde el interior de la cavidad.

el Forato chiquitín... aunque desde aquí no se vea la luz del otro lado.

Si la entrada es colosal, el interior todavía se acrecienta más, adquiriendo unas dimensiones realmente inesperadas. La bóveda se levanta muy alta, en tanto que sobre el suelo se erige una enorme joroba, secuela de bloques caídos del techo, humedecidos por varias filtraciones. En términos del tiempo geológico, no tardará en formarse una gran brecha que individualizará un poco más el Mallo de las Peñas. Pero hoy todavía está presente la gran cavidad, también gigantesca a lo ancho, todavía más incluso de lo que hace suponer la entrada.

pliegues en la Peña del Forato.

y, aunque parezca mentira, por ahí va la vía normal a la Peña del Forato (AD-).
Creo que subí a la derecha de la linea de estratos paralelos del centro y bajé por una losa fisurada a la izquierda.

el collado del Mallo de las Peñas bajo un tímido e intermitente sol.

Sin embargo, en este Forato, los Diaples juguetones no tienen escapatoria hacia la otra vertiente, tal y como la ausencia de una corriente de aire hace sospechar mucho antes de llegar a su negra entrada. ¿Y qué? Hoy en día, no parecen existir muchos cazadores de diaples ni ellos se entrometen en la vida del valle; las numerosísimas y tranquilas marmotas que corretean por los prados contiguos así lo aseguran.

 
desde el collado del Verde, Tendenera, Ripera y Forato.

edelweis.

Para completar la excursión, si optamos por un pequeño rodeo en el retorno, visitaremos el ibón de Sabocos y descenderemos a Panticosa por las pistas de esquí. Para ello, a mitad de la canal será preciso trazar una media ladera hacia el Oeste, sin perder apenas altura, ya que la trayectoria transcurre sobre una línea de cortados que obstaculizan un descenso más directo. Se accede pronto al collado con la montaña del Verde, desde donde se desciende hasta el ibón y se conecta luego con las instalaciones de invierno. Aguas serenas, algunas vacas y, más allá, el bullicio alegre de los turistas.

ibón y Peña de Sabocos.

martes, 23 de julio de 2019

Infierno Oriental, cresta norte.


cresta norte desde el glaciar: "pitón Marrón", Aguja Bicolor y, a la derecha, Infierno oriental y corredor norte.

Alcanzar la antecima oriental del Infierno por su cresta norte era un buen proyecto para culminar mi ya largo idilio con esta bellísima montaña. Pero no pudo ser. Este enredo no ha acabado en divorcio, ni mucho menos; será solo un paréntesis, quizá breve, mientras mantenga fuerzas para continuar el asedio a la anteriormente conocida como Quijada de Pondiellos.

aspecto general de la vertiente norte, desde el "pitón Marrón"a la marmolera.

el "pitón Marrón" y la pedrera que lo defiende, restos morrénicos del extinto glaciar, ya prácticamente nevero.

 
el "pitón Marrón" y la Aguja Bicolor; entre ambos la gran brecha.

No pudo ser… De hecho, tampoco es probable un nuevo intento, a pesar de que se trata de una ascensión interesante, pero la aproximación pesa lo suyo y la roca no es, desde luego, un aliciente. En fin, tras seis larguísimas horas de ascensión, tan solo pude alcanzar la primera aguja, el “pitón Marrón” (2884 m.), separada de la nombrada inicialmente  por Jean Arlaud como “pitón Blanco-Marrón” y enseguida bautizada como “Aguja Bicolor”; entre ambas, una profunda y difícil brecha. Buen punto, pues, para darme la vuelta, ya que continuar hasta la cima implicaba en torno a dos horas suplementarias, tiempo del que ya carecía. ¿Seis horas? Pues sí. Pesa la mochila, pesan los años y… obviamente, no era mi día, como en todo caso así lo demuestra tan desaforado horario. 

Bachimaña.

De cualquier forma, se trata de una ascensión bastante larga, tanto por la aproximación como en sí misma. No existen muchos datos a la hora de planificar la ascensión, a pesar de que algunos mojones, aquí y allá, hablan de conquistas recientes, favorecidas por la proximidad del refugio de Bachimaña. Históricamente, sabemos que Bourrel anduvo sobre estas piedras y que, más tarde, el grupo de Jean Arlaud, del que también formaba parte Bourrel, intentó el descenso por la arista sin poder culminar el recorrido íntegro de la cresta. Citaba Arlaud un recorrido de pesadilla sobre una arista extremadamente descompuesta que se desmoronaba a cada paso. No le faltaba razón; pues si bien en los puntos más comprometidos la roca mejora ostensiblemente, la pedrera se muestra intransitable y peligrosa cuando existe un mínimo de exposición. Y el resto de la cresta no permite la menor relajación. 

el Infierno oriental y su cresta norte, desde el "pitón Marrón"; al fondo se perfila la cresta este o de Anales, con su también algo complicada brecha (https://rondapyrene.blogspot.com/2018/09/infierno-arista-oriental.html)

la Aguja Bicolor, desde el "pitón Marrón". Se aprecia una posible vía casi por el centro; quizá también se pueda rodear por la vertiente oriental, de acuerdo con la referencia de Arlaud, aunque esto no parece muy evidente.

Así pues, parece que la brecha en cuestión es la dificultad más seria del recorrido, puesto que acceder al “pitón Marrón” no entraña apenas dificultad, salvo la pelea infernal con la pedrera. A pesar de su aspecto amazacotado se trata, en realidad, de una fina arista que únicamente exige una trepada elemental, renunciando, por supuesto, a las zonas de pedregal suelto. En cuanto a la brecha, quizá sea posible prescindir del rápel, merced a accesible una terracilla en la vertiente oriental; sin embargo, lo más probable es que el recurso a la cuerda sea inevitable. Tampoco será fácil ascender por el lado contrario, si bien se adivina una vía de no excesiva dificultad. Más allá no parece existir ningún obstáculo reseñable, pero la roca se presenta en sumo estado de descomposición, tal y como indicara Arlaud.

 
la Aguja Bicolor y el "pitón Marrón" desde Arnales.

el "pitón Marrón" y la Aguja Bicolor, desde el glaciar.

Respecto del acceso al “pitón Marrón”, seguí hasta muy arriba el GR11, desviándome en las morrenas del extinto glaciar, las cuales atravesé de derecha a izquierda hasta llegar bajo la base de la aguja; en cuanto pude, emprendí el acceso directo hacia su cumbre por la roca más firme. También se podría llegar más directamente desde el ibón Azul Superior, aunque ello exigiría rodear algunos afloramientos rocosos; en definitiva, probablemente, sin ningún beneficio. Esta aproximación es bastante enojosa, sobre un terreno poco estable, pero en general se puede transitar por zonas con poca inclinación donde el cantizal aguanta sin desplomarse bajo las botas. Pero ello no será siempre viable, lo que también explica, siquiera en mínima parte el tiempo empleado: dos horas ya para alcanzar Bachimaña desde el Balneario de Panticosa, una y media más hasta el Azul Superior y las restantes hasta culminar la oscura aguja. Todo un record, ¿no? Pero así son las cosas. Y así quedan reflejadas por si alguien quisiera completar esta, a pesar de todo, interesante cresta. Por mi parte, insisto: no creo que yo lo vuelva a intentar…

despedida. No pasé más allá del "pitón Marrón"... En el glaciar ¿nevero? ya no se aprecian grietas de tracción.

la marmolera norte, escenario de tres de mis nueve vías al Infierno.