Vías Pirineos de dificultad media, [escalada PD, AD, D (IIº/IVº, máx. Vº)]. Vivencias de montaña. Rincones desconocidos o escasamente divulgados. Y alguna que otra reflexión
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domingo, 18 de diciembre de 2016

El bosque encantado de San Cosme.

recóndito y enigmático, el bosque encantado parece invitarnos a reconocer su entorno... nos engaña: no piensa dejarse.
el entorno de Vadiello está plagado de rincones mágicos... casi siempre de engorrosa exploración.

Vadiello es una de mis más entrañables querencias, un rincón que guarda celosamente sorpresas maravillosas, bien defendidas por vegetación inextricable y muros inexpugnables de pudinga. De hecho, tan solo la obstinada curiosidad de algunos iniciados ha conseguido abrir el acceso a parajes inexplorados y, a menudo, enmascarados por obstáculos infranqueables, pues el tiempo hizo pronto mella en la ya dudosa persistencia de los antiguas veredas trazadas por carboneros y las escasas vías de penetración que comunicaban valles y vallejos; algunos de estos senderos han sido felizmente recuperados y nos brindan la oportunidad de visitar enclaves que, de otra forma, se hubieran desvanecido en el olvido.

la Peña de San Cosme y el paso Nartesa, desde los añedaños de la Cruz Cubierta; el tramo rojo es el único punto delicado.

Una constante en los senderos de Guara es la exigencia de atención y prudencia, pues el precio de desatender tales recomendaciones puede ser una emboscada, sea vegetal o rocosa, de difícil evasión; otra característica muy habitual es la necesidad de superar cortos pasos de escalada, trepadas que, no obstante, pueden llegar a ponernos a prueba, en especial si aparecen como secuela de la falta de previsión. Con algo de todo ello toparemos en nuestra visita al bosque encantado de San Cosme. 

los primeros pasos tras abandonar la pista que desciende a San  Cosme y San Damián

Desde la presa del embalse de Vadiello, hemos de seguir la pista cerrada al tránsito rodado que termina por cruzarse con la que proviene del embalse de Calcón para acceder a la finca privada de San Cosme, al pie de la Peña homónima, cuya cumbre también hollaremos. Desde esta pista se disfruta una perspectiva excepcional sobre los paredones de la Peña, los cuales caen en absoluta verticalidad sobre uno de los enigmáticos recovecos del pantano; el muro está orlado con numerosas bandas horizontales, las clásicas panzas de conglomerado que, a veces, solo a veces, permiten vencer el escarpe imposible.
Pues sí; por ahí precisamente nos daremos un garbeo. Pero solo por la cornisa más alta y amplia, donde únicamente un par de metros obligan a usar las manos. Eso sí, el vacío también está ahí, bien presente y no admite concesiones.

el límite septentrional del bosque. Llegar hasta allí es más complicado de lo que cabe suponer.

En fin; tornemos a la pista. Hemos llegado al cruce con el ramal que proviene del Calcón y de Aguas; seguimos el trazado hacia la izquierda, en dirección a San Cosme. El camino, horizontal desde el cruce hasta el desvío hacia la Predicadera, inicia un suave descenso; pronto, en una curva, encontraremos a la derecha el sendero señalizado que lleva al Huevo de San Cosme, junto con un rótulo que advierte sobre las restricciones de escalada en la zona. Tras unas empinadas lazadas nos internaremos en un esotérico robledal que atravesaremos ahora en continuado descenso. El lugar, húmedo y sombrío, adquiere tintes mágicos, cualquiera que sea la época de la visita; no hay cielo ni roca, solo troncos tapizados de musgo y la densa fronda por bóveda. Tampoco observaremos muchos signos de vida; quizá resida en tal carencia de vitalidad el germen que proporciona al bosque su halo misterioso. Parece fácil explorar esta cárcel vegetal y husmear en busca del tesoro escondido, pero no podremos apartarnos muy lejos del sendero, apenas marcado; será entonces cuando percibamos que estamos atrapados en una jaula verde de la que solo hay una salida, justo aquella de la que nos hemos servido para entrar.

frente a la Peña de San Cosme y el Huevo, el mallo Quillán y Punta Negra.

El sendero, en constante descenso por la vaguada, finaliza bruscamente al pie del Huevo, del que solo habremos llegado a vislumbrar previamente una fugaz estampa. El lugar, conocido como “mirador del Huevo” es un punto y final; debemos, pues, retroceder por el mismo camino, hasta una bifurcación que fácilmente pasa inadvertida. Es el pasaporte hacia la Peña de San Cosme, pero también precisaremos visado: el paso Nartesa.

el paso Nartesa; el punto clave está junto a los arbolitos del fondo que, en parte, también ocultan el abismo.

¡Huy!, ¿un paso con nombre propio... qué sugiere? Complicaciones, claro. Y eso es lo que encontraremos. Sin embargo y a pesar del fatal presagio que suscita una vieja y deshilachada cuerda colocada como pasamanos, el trance apenas supone problema, concentrado en un par de metros que tan solo requieren una trepada elemental, incluso basta una zancada decidida. Después, una larga travesía en la que el abismo permanece suficientemente alejado, seguida de algunos escarceos sobre suaves y redondeadas lorzas de conglomerado, prácticamente sin dificultad, que nos conducen a la cima. El itinerario esta bien marcado con mojones, pero es fundamental no perderlos para el regreso: también ahora hay una sola puerta de entrada y salida. Por cierto, el desnivel entre la Peña y el pantano es de 300 metros; eso sí, bajo el paso Nartesa, algo menos: no llegará a los 200 de absoluta verticalidad...

los mallos de Liguerri, San Jorge y La Mitra desde nuestro privilegiado balcón.
el Borón y sus crestas.
Barranco del Diablo.
el Huevo de San Cosme, mítico monolito en décadas pasadas, fue vencido el 23 de abril de 1951.
el Huevo desde "el mirador"
las casas de San Cosme desde las proximidades del paso Nartesa.
Vadiello desde las cornisas superiores de la Peña de San Cosme.

Tras disfrutar de inmejorables vistas sobre el embalse y sobre el Huevo, retornaremos por el camino de ida hasta la pista, pero, en lugar de retroceder por ella, la seguiremos hasta la ermita de San Cosme y San Damián, actualmente sin opción de visita. El camino esta jalonado de eremitorios arruinados; también encontraremos un rincón muy especial: la Fuensanta, manantial de aguas fresquísimas, veneradas desde muy antiguo. Una vez en San Cosme, tomaremos el sendero señalizado que desciende hasta cruzar el barranco y asciende por la vertiente opuesta para culminar en la Cruz Cubierta, donde se empalma con el camino de ida hasta la presa de Vadiello. Este sendero entre la ermita y la Cruz Cubierta carece en parte del misterioso encanto propio del entorno del Huevo, pero rivaliza con él en gracia y belleza, sobre todo durante el otoño. Quizá la mayor diferencia estribe en que aquí es fácil topar con presencia humana, en tanto que en los alrededores del Huevo solo nos acompañará el vuelo plácido del buitre y, si hay suerte, de algún quebrantahuesos solitario.

la Fuensanta de San Cosme...
...es poco habitual verla con tanta agua.
el primer eremitorio que encontraremos...
...y otro de los oratorios en estado de total abandono que jalonan la pista. Los conocí en mejores días.
el caserío de San Cosme bajo la pared de la Peña de San Cosme.
otra hermosa alternativa de Vadiello: el camino recuperado a Nocito rodea el pantano bajo las estribaciones del Borón.

Bosque encantado, bosque sin vida... el bosque de San Cosme apenas cuenta con la presencia de seres vivos; es un bosque joven, de repoblación, que no ha sido colonizado por la biodiversidad de especies; solo árboles adultos, sin sotobosque. No escucharemos piar de pajarillos... que no encuentran qué comer, ni insectos que propaguen las semillas; tampoco otros depredadores que se alimentarían de las avecillas.  De ahí el silencio, una paz que sobrecoge porque es una paz de cementerio; de lugar apartado del mundo. Lástima. La explicación científica, el síndrome del bosque vacío, no armoniza con la poesía...


jueves, 20 de octubre de 2016

Mallo San Jorge, Vadiello.


los mallos de Ligüerri; en primer plano el Huevo de San Cosme. Elmallo de San Jorge es el más elevado
Vadiello ofrece sorprendentes excursiones, si bien todas ellas se caracterizan por presentar notables dificultades. Una de las más recomendables es la visita al mallo San Jorge, imponente mole de aspecto inaccesible, cabecera de los mallos de Ligüerri. Desde luego, no resulta cómodo encaramarse a esta rutilante cima, cuyo acceso está allanado por unas viejas clavijas, fáciles de seguir pero con un importante lastre psicológico.

el paso de las clavijas desde el collado: no tan vertical

detalle de la ferrata. Están señaladas las clavijas

Un marcado sendero parte del aparcamiento habilitado a la vista de la presa del embalse, justo delante del túnel más largo de la carretera y junto a los edificios de servicio de la CHE. En la actualidad, la intricada y enmarañada senda no llega a perderse en ningún momento; una evidente canal, la del Borón, asciende rodeando las estribaciones del mallo y deja a la derecha el Puro, espléndido cigarro que se “fumaron” muy tempranamente, en 1953, Casas, Cabrero, Abadías, Pera y los hermanos Nogués, de Peña Guara (la vía, recuperada en 2004 por Cecilia Buil y Lorenzo Ortas, dicta en la actualidad una dificultad de 6B/A0, con roca mediocre, sobre todo en los dos últimos largos). Esta canal, que nos obligará a echar las manos en alguna ocasión, desemboca en las crestas superiores de Liguerri; conviene tomar buena nota de su situación para no tener problemas en el retorno. A la vista de la cima, aún resta acceder hasta ella, pues está defendida por todos lados por los típicos escarpes verticales de conglomerado. El punto débil se encuentra hacia el noroeste, donde el flanco tiene menos altura (unos 35 metros); es preciso buscar el leve y desdibujado collado que lo une al lomo redondeado que el mallo domina; allí se descubre una cornisa horizontal, hoy provista de un cable “de vida”, pero la sirga en cuestión comienza cuando ya no es necesaria. Enseguida, un pequeño muro de tres metros (III-), sin exposición (salvo que seamos conscientes del abismo que hay debajo, apenas oculto), que antecede a una nueva travesía horizontal y, por fin, una serie de diez antiguas clavijas (ya eran viejas a mediados de los setenta y ahí siguen todavía). Ahora, el perfil del ascenso ya no es rigurosamente vertical, pero sí muy aéreo. 

la salida de la canal del Borón. Importante identificarla para el descenso

los mallos de Ligüerri; en el centro, San Jorge; a la derecha, la Mitra. Puede reconocerse toda la meseta cimera

La vía, en la terminología habirual adoptada para las ferratas está cotada como k4, en parte por el carácter vetusto del equipamiento pero, especialmente, por su dificultad psicológica. Además, ni existe cable de seguridad al cual anclarse, ni parece posible otro tipo de aseguramiento que el típico de la escalada convencional, mediante una reunión superior que será preciso establecer. De hecho, para el descenso se recurre habitualmente al rápel, instalado justo en la vertical del collado inicial. Por cierto, aunque estrictamente posible con cuerdas de 30 metros, es aconsejable contar al menos con 35. La verdad es que siempre he descendido por las propias clavijas (insisto en que son tan impresionantes como fáciles), pero en cierta ocasión fui testigo del rápel de unos montañeros que deseaban saber si su cuerda de 60 metros (en doble) llegaba hasta el suelo; contesté que demasiado justas, pero gracias a su propio peso y a lo que la cuerda se alargó gracias a ello, los excursionistas pudieron hacer pie en terreno factible. 

el rápel de descenso. En esta ocasión la cuerda de 60 metros en doble llegó... justita, justita.

El panorama que se divisa desde la cima es realmente esplendido; la cumbre, muy amplia y más compleja de lo que cabe suponer, bien merece un reconocimiento detallado, asomándonos al abismo, imponente a lo largo de toda la rosa de los vientos, con perspectivas renovadas sobre las paredes verticales de los mallos. 

el pantano de Vadiello y la Mitra desde el mallo de San Jorge

otra perspectiva desde la cima

el Puro desde la cumbre

el Borón

la cumbre desde los aledaños, oportunidad para la exploración de la cima
la Mitra

Para el retorno no existe tras el mencionado rápel o clavijas ninguna alternativa viable a la canal del Borón. Aunque son factibles algunas opciones de sumo interés, todas ellas tienen un carácter tan marcadamente complejo que no debieran emprenderse sin una información exhaustiva (y, a ser, posible, actualizada pues el paso del tiempo podría bloquear algún paso clave). Por ello, es fundamental retener o marcar el punto de acceso a la canal.


la Mitra

el Puro y su inquietante silueta desde la canal del Borón

La ascensión al mallo San Jorge resume las características esenciales de muchos recorridos en Vadiello y, por extensión, de la mal denominada Sierra de Guara (termino genérico que agrupa varias sierras): senderos imposibles, que engloban pasos de escalada o rápel; vegetación exuberante y difícil de atravesar, rincones inolvidables, paraísos escondidos… y restricciones protectoras del entorno que deben respetarse.


domingo, 1 de diciembre de 2013

La Predicadera. Jabalí errante.

los mallos de Ligüerri desde el embalse de Vadiello
Si bien Vadiello es una conocida escuela de escalada deportiva, algunas zonas en su órbita, como San Cosme y la Predicadera apenas son frecuentadas. El Huevo de San Cosme fue escenario de viejas batallas y su conquista se remonta al año 1951; la historia de la Predicadera es más corta y la que tal vez fuera su primera vía, Jabali errante,  fue abierta hacia 1984 por Max Garralaga y Jesús Estaún. Sea como fuere, se trata de un hermoso y accesible itinerario, que discurre sobre un conglomerado calizo (tillita) muy sólido y de excelente adherencia.

pista de San Cosme; a la derecha, la Predicadera y, al fondo, Montidinera
La Predicadera, donde la escalada está sometida a restricciones durante los seis primeros meses del año, se alza bajo el Tozal de Guara, a caballo de las cuencas del Calcón y Guatizalema, y forma un espléndido contrafuerte del pico Montidinera; es un soleado rincón protegido de los vientos del norte, por lo que resulta un excelente destino de invierno. Se llega en poco más de una hora desde Vadiello, pero los comodones pueden servirse de la pista (sin asfaltar) que conduce al eremitorio de San Cosme y San Damián desde la carretera de Loporzano a Aguas; en tal caso, la aproximación se reduce a escasos minutos.

la Predicadera, flanco occidental
No es la Predicadera una escuela de escalada deportiva, sino más bien de itinerarios clásicos. De hecho, una de sus características más sobresalientes es la separación entre seguros; en la actualidad, Jabalí errante, 140 metros, está reequipada, pero incluso ahora, la distancia entre uno y otro parabolt es notable y muy superior a lo acostumbrado en las vías de escalada deportiva. No obstante, el paso clave (6a ó A0/V) está bien protegido, excepto si se toma la variante original, que es la que voy a recomendar, pues aquí no hay seguros que valgan y, además, resulta muy complicada la autoprotección. Tampoco es sencillo llegar a pie de vía; desde la pista, es preciso tomar un sendero ascendente, nada más sobrepasar la cerrada curva que describe para cruzar el barranco Os Muertos. Tras ascender unos metros, siguiendo la desdibujada línea de mojones y veredas que pronto se pierden, existe una variada gama de opciones, si bien todas ellas sin apenas huellas de paso. Todo a la izquierda, por el cauce del propio barranco, discurre la alternativa más hermosa, pero también la de mayor dificultad, especialmente si alguno de sus tramos húmedos está helado. Todo a la derecha no existe otro impedimento salvo el muy enojoso de sortear la vegetación a través de un vasto rodeo. Y, entre ambos extremos, diversas posibilidades de sortear los muros que nos salen al encuentro; la alternativa más directa solventa el problema mediante un bonito paso sobre el muro final, más fácil de lo aparente.

itinerario naranja, vía actual; en magenta la variante original
Emprenderemos la ascensión por una pared que se empina progresivamente (IIº al principio, hasta IVº- después). Muy arriba ya, se encuentra el primer obstáculo serio de los dos que cuenta la vía; se trata de un enhiesto resalte que se atraviesa de derecha a izquierda, según dicta la intuición. En algunas reseñas, está cotado en Vº; en la original, IVº. A mi juicio, un IVº+ se ajusta bien a la realidad; también se puede superar directamente, en cuyo caso sí podría hablarse de Vº, aunque en su límite inferior. Encima, nos esperan unos metros fáciles, hasta un pronunciado nicho equipado para la consecuente reunión.

una cordada en la reunión previa al paso clave, por encima del primer muro
en el paso clave; mi propuesta transcurre por el perfil de la izquierda
salida en libre; vía original un par de metros por detrás del asegurador
Nos encontramos ante el paso clave de la vía, si bien el resalte anterior supone un punto de no retorno por su dificultad para destreparlo —en caso de no disponer de cuerda, claro—; ni en mi primera ascensión, allá por mediados de los noventa, ni en posteriores repeticiones, salvo la realizada esta semana, la llevaba; quizá eso explique por qué me atreví con el muro que domina al nicho. Hoy en día, la vía describe un quiebro hacia la derecha y se sirve de varios seguros (A0/Vº; en libre 6a); antaño, el quiebro se realizaba hacia el lado opuesto para superar el hombro panzudo que obstruye la progresión. Durante aquella primera ascensión, efectué un rodeo en travesía, sin duda impulsado por la exposición y la evidencia de carecer de seguro; tal rodeo fue excesivo, sin percibir una salida convincente, y me vi envuelto en una de las situaciones, más delicadas que he experimentado, muy escasas por fortuna. Por lo demás, su satisfactoria superación me brindó también la más gratificante vivencia que la montaña me ha proporcionado. Descubrí la solución en la siguiente ascensión, pocos días después: no es preciso ningún rodeo, simplemente se afronta la panza justo donde el nicho llega a desaparecer, merced a unas excelentes presas de mano poco visibles que requieren unos movimientos precisos y la técnica adecuada. Encima nos espera otro lomo, con presas redondeadas y menor adherencia (antiguamente existía aquí una laminilla suelta, el único punto descompuesto de la vía, que ha desaparecido; presa fácil, pero peligrosa, como el tiempo ha demostrado). En definitiva, un paso de IVº+ o, más prudentemente, un Vº-, que, aun careciendo de seguros y de muy difícil protección, es más interesante en mi opinión que el recurso a la escalada artificial de la variante actual.

la cornisa final de la vía; paso final justo a la derecha del reguero de agua
desde arriba: perfil de la mitad superior de la vía 
desde la cornisa superior, último paso de la vecina Espolón starlux
El resto de la ascensión apenas opone algún que otro paso de IVº-, así como una pequeña rampa final en IVº, sin exposición. Para alcanzarla, hemos de trazar una travesía horizontal hacia la izquierda bajo un enorme y espectacular techo. Esta cornisa se prolonga al otro lado casi hasta la Gran chimenea; puede recorrerse andando, aunque exige máxima prudencia, y puede utilizarse para llegar hasta el rápel de descenso por La boa de Manolo, caso de no bajar andando o montar el rápel desde la reunión superior de esa vía. Estos últimos metros nada difíciles, destacan por su espectacularidad estética. Lástima: apetece sentarse unos minutos en la cornisa, pero el gran techo impide su limpieza natural y el lugar parece ser también objetivo predilecto de la fauna rupícola.

la Gran chimenea
flanco inferior de la margen izquierda de la Gran chimenea
Ya he citado que el descenso suele hacerse por La boa de Manolo mediante dos rápeles, tengo entendido que de 60 y 50 metros, opción aconsejable si se desea hacer alguna otra vía de similares características, por ejemplo el Espolón starlux o Guanchinflú. En otro caso, es factible el descenso andando por el barranco del Pito, curiosa y enorme roca redondeada plantada a la altura del contrafuerte occidental de la Predicadera. Este descenso es incómodo y salvaje, pero también muy hermoso; en buena concordia con la aproximación desde Vadiello. Por cierto, en tal caso tampoco es desdeñable la visita a San Cosme y San Damián; para retornar a nuestro punto de partida sin retroceso, existe un bellísimo sendero que comunica la ermita-santuario con la pista de Vadiello, a la altura de la cruz cubierta.

flanco oriental de la Predicadera; centro izquierda, Jabalí errante
otra perspectiva del itinerario y su variante
Recuerdo final: escasos seguros y muy difícil autoprotección.