Vías Pirineos de dificultad media, [escalada PD, AD, D (IIº/IVº, máx. Vº)]. Vivencias de montaña. Rincones desconocidos o escasamente divulgados. Y alguna que otra reflexión
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jueves, 28 de marzo de 2019

Pico Royo (Formigal); una empresa relajada.

vía normal al pico Royo; también practicable la canal de la derecha, menos empinada pero probable salida en mixto (Iº)

sin embargo, su punto débil apenas se adivina desde lejos.

A quienes rondan en Formigal por la zona de Izás, no les pasará desapercibida la aérea estampa del pico Royo, ubicado a la derecha del telesquí Lanuza. Su porte majestuoso, aislado y de aspecto bronco aventuran una incursión de cierto nivel ; sin embargo, por el norte tiene su punto débil, prácticamente sin dificultad y lo que aun es más notable, con mínima exposición. Terreno de juego, pues, para la iniciación o para una jornada relajada; muy corta por lo demás, pues ni siquiera se superan los 700 metros de desnivel desde el aparcamiento Anayet, abierto durante la temporada de esquí. Su ascensión puede complementarse con la del vecino Culibillas, cuya cima se puede alcanzar con las tablas en los pies; por cierto, tanto este último pico como el Arroyetas tienen caras norte de lo más interesantes y variadas, con opciones para todos los gustos y preparación. 

Culibillas desde el aparcamiento Anayet.

primeras luces sobre el Culibillas y Arroyetas.

Decía que apenas encontraremos dificultad. Ello, por supuesto, con permiso de las condiciones, que son las que siempre mandan en la montaña invernal. Pero es que, en este caso, la zona potencialmente conflictiva es tan exigua que no deja casi espacio para la inquietud... ¡son tan pocos metros! Ni siquiera, además, se empinan mucho, aunque no falte quien cita 50º; pudiera ser... quizás bajo algunas condiciones extraordinarias, porque normalmente apenas si se sobrepasan los 40º. Por lo demás, caso de renunciar al mismo camino para el descenso, existe una vaga canal paralela un poco más hacia el oeste; alternativa que aparenta menor inclinación aunque, tal vez, con algún sencillo paso mixto (Iº) a la hora de abandonar la cresta cimera para entrar en la canal.

parece una cumbre de aspecto monolítico. Pues no. La barrera frontal se elude por la derecha; también se podría llegar bajo el corredor final por las canales orientadas al NE, a la izquierda, pero ello no tendría otro sentido que un incremento artificial de la dificultad.
En rojo la vía normal; en verde la variante indicada como potencial descenso.

camino del collado abierto entre el Royo y el Culibillas. Hay que girar a la izquierda para situarnos bajo el corredor.

cresta plagada de agudos e interesantes gendarmes hasta el collado; al fondo, Culibillas.

Desde el aparcamiento Anayet, medio oculto por suaves laderas que enmarcan el vallejo de Lapazuso, el pico Royo casi no se deja ver. Conforme remontamos la vaguada, camino del collado que lo separa del Culibillas, se hace patente y adopta un aspecto fiero, enmascarado su punto débil por un notable escarpe frontal que ha de rodearse para situarnos sobre un plano ligeramente inclinado y colgado bajo la cima. La cumbre está ahora al alcance: en mi caso, poco más de diez minutos para superar el cono bajo el corredor y otro tanto para el mismo (o sea que, para el común de los mortales, menos de un cuarto de hora en total). Y es que el desnivel a vencer asciende a 70 u 80 metros, solo unos 30 para el poco definido corredor.


el corredor visto desde arriba, sobre la plataforma del plano inclinado desde donde arranca.

Culibillas y Arroyetas desde la cima. Entre ellos, asoma el Anayet.

Leserines, Aspe, Lienas de la Garganta y  Elbozo, Bisaurín...

Ezcarra, Collarada y Pala de Ip sobre la canal de Izás

la Partacua en todo su esplendor, desde Telera a Retona. En primer plano, las Peñas del Calcín.

No he prodigado mucho mi presencia por esta zona, pero aún perdura en mi memoria el idílico paraje del ibón de Lapazuso con el pico Royo al fondo, reflejado fielmente en sus aguas serenas. Creo recordar que mi última visita invernal lo fue para saborear mis esquís cortos (skiboard) en nieve polvo de verdad, muy profunda y a muchos, muchos grados bajo cero; ahora lo he hecho para comprobar la adaptación a la bota de unos nuevos crampones. Extraña estampa la mía, con un piolet recto clásico, otro auxiliar con martillo para lo que sea menester y cramponeando a la francesa, clavando todas puntas. Esto ya no se lleva, desde luego; ni tales herramientas, ni la técnica francesa, pero continúa siendo una eficiente combinación, ¡justo cuando se generaliza el abuso del doble piolet técnico y de las puntas frontales hasta para caminar por suaves laderas! Raro, raro, pues; menos mal que en esta ocasión, al menos dejé en casa los esquís cortitos... Pues resulta que para unas piernas fatigadas, tanto la técnica francesa como los esquís cortos suponen una bendición que permite prolongar la actividad montañera hasta edades avanzadas. De verdad.


Arriel, Balaitús, Palas...

atractivo corredor en la cara NE del Culibillas.

estribaciones NE del Culibillas. Su cima se esconde bastante más lejos.

cara norte del Culibillas. Esquiable, incluso.

El cordal entre el pico Royo y Arroyetas guarda muchas opciones. Próximas, variadas y dentro de un amplio rango de dificultad. Pequeñas perlas en un mar de conchas.


martes, 4 de junio de 2013

Anayet, corredor de los franceses

Debido al supuesto paralelismo de su origen plutónico, en más de una ocasión se ha calificado al Anayet como hermano menor del Midi d’Ossau, no sin señalar que se trata de una pobre imitación. Desde una perspectiva alpina, tanto por meras cuestiones de tamaño como por la calidad de la roca, habremos de convenir que, efectivamente, no existen términos plausibles de comparación. Pero, ahí está el Anayet, inconfundible con su enhiesto perfil, bien plantado en los confines de Canal Roya, y, sobre todo, aislado de otras cumbres rivales.

el Anayet desde el norte.
Aunque la vertiente norte y sus hermosas invernales le han granjeado un gran protagonismo en las crónicas de ascensiones, es en el flanco opuesto, presidiendo las turberas e ibones homónimos, donde mayor popularidad se le reconoce. También aquí, su vía normal ha alcanzado una elevada notoriedad, siquiera sea por los numerosos incidentes radicados en sus aledaños; en especial, en el famoso enclave de la “placa”, al parecer equipado con un cable o cadena. Curiosamente, nunca he subido o bajado por tal paso, siendo que por intuición he preferido siempre la proximidad del espolón occidental, muy accesible.

el corredor de los franceses
Sea como fuere, cuando se llega al Anayet desde Formigal, un osado corredor, justo a la derecha de la cima, atrae la mirada como si fuera un potente imán. Es el corredor Este o de los franceses. Su aspecto impone. Tras poco más de una hora y media desde la carretera (la pista suele estar cerrada en verano), se divisa el corredor, cuya base se alcanza en media hora suplementaria. Pues, bien, a lo largo y ancho de esos treinta minutos caminando por las turberas, lo contemplamos de frente, lo que suele inducir una ilusión óptica que tiende a provocar una fuerte sobrevaloración de su inclinación. Tal fue como a mí me sucedió, hasta concluir que el primer y último tercio de la canal eran casi verticales, mientras que el tercio central llegaba al extraplomo. Quizá solo en la Canal de Retos, vislumbrada desde Cima Capullo, (ver foto en este blog, entrada Corredores fáciles Telera) he llegado a experimentar una sensación tan intensa. Intensa y engañosa, pues, después de tomar algunas referencias que me guiarían durante la ascensión, descubrí cómo las iba sobrepasando todas sin tropezar con los esperados y empinados obstáculos. De hecho, tan solo me decidí a emprender esta vía porque las reseñas señalaban una accesible cotación de AD.

el Anayet desde el Pourtalet
Pero los esperados pasos de IIIº e incluso IVº no aparecían por ninguna parte; tras superar andando el primer tercio, supuestamente vertical, tampoco la zona central opone barreras dignas de mención, salvo un exiguo muro, este sí en ligero extraplomo, cuya principal dificultad estriba en hallar algún punto dotado con presas sólidas, lo que no abunda precisamente en esta vía. Aquí, en efecto, se puede hablar de un IVº, tan delicado como breve. Y, después, poco más. Algún paso aislado y perfectamente evitable de IIIº hasta la cresta, la cual no supera en ningún caso el IIº

En definitiva, trepar, se trepa poco o muy poco. Pero lo que falta e incluso decepciona en cuanto a criterios alpinos, queda compensado por el encanto de una ruta tan directa y eminente que atraviesa la ladera más escabrosa del Anayet.

humedales que rodean al Anayet por todas sus vertientes
He rondado esta cumbre en todas estaciones y condiciones. Nunca me ha defraudado. Quizá porque no he buscado en ella mis límites, sino que, sencillamente, me he dejado seducir por su entrañable hechizo, ese mismo que ya se aprecia cuando se escucha su melodioso nombre. Hoy, de nuevo la amenaza de las palas excavadoras se cierne sobre estos privilegiados enclaves: confiémos en que ninguno de esos proyectos falsamente progresistas llegue a destruir en pocos días lo que tantos miles de años le llevó erigir a la naturaleza.

domingo, 17 de febrero de 2013

La travesía Peyralún / L´Ouradé

Montañas tan visibles como poco visitadas, las Ferraturas cierran al Norte el Valle de Tena entre el Portalet y el collado de la Soba, junto al Pico de Arriel. En su mitad occidental, la travesía entre las cumbres de Peyralún y L’Ouradé es un interesante ejercicio para quienes aman el terreno de aventura y profesan la filosofía de aceptar cualquier terreno y cualquier ocasión, pero deberían renunciar quienes no posean mucha experiencia y hábito de moverse sobre terrenos muy abruptos y comprometidos. 

el perfil de la cresta
El acceso al pico de Peyralún desde el puerto viejo de Sallent no presenta ningún problema, si bien merece la pena un pequeño desvío hasta la punta de Baldetosta. Superada la antecima del Peyralún, siempre andando, aparece una cresta afilada, de materiales atormentados que se desmoronan con suma facilidad y pueden obligarnos a usar discretamente las manos antes de pisar la cima. Desde allí, se abre una excelente perspectiva de la continuación, donde se concentran los principales obstáculos del recorrido: un doble resalte formidable, tras el cual no parece existir ninguna dificultad especial. Pero todo aquí es engañoso…

Tras descender tranquilamente del Peyralún por una cresta herbosa y dislocada, encontraremos en su punto más bajo una piedrecilla, apenas nada, la cual nos aconsejará un prudente retroceso cuando intentemos destreparla, tal es su insidiosa naturaleza. En el colladito que la precede suele existir alguna baga presta para facilitar el rápel de huída hacia una u otra vertiente. Por desgracia, el rodeo por la vertiente oriental, española, es bastante más largo de lo que aparenta y tiene lugar sobre un terreno francamente desagradable. Del otro lado y probablemente más recomendable, la alternativa francesa también se presenta engorrosa e incómoda: ¡qué remedio: merece la pena echar otra miradita a este minúsculo gendarme! (tiene una curiosa e importante prolongación hacia el Oeste). La roca, por fortuna, y como una gratísima excepción de lo que hemos pisado hasta aquí, es sólida; las presas reducidísimas y escasas, imponen un destrepe breve pero muy delicado (IV).

Un poco más allá, y tras otro corto paseo sobre cresteríos herbosos, llegamos al pie del primer resalte, cuya superación podría ofrecer varios puntos débiles. ¿Para qué complicarnos la vida? La chimenea más próxima, a la derecha, se deja subir bien (II/III-) y ofrece una roca suficientemente sólida, que nos parecerá excepcional en comparación con la soportada hasta aquí. Eso sí, tras su salida, será preciso girar hacia la izquierda y vencer un paso, corto, apenas expuesto (IV+), para dominar un labio extraplomado. Algunos metros, horizontales, también sobre hierba, nos conducen al pie del segundo resalte cuyo aspecto es poco acogedor. Sin embargo, los primeros escarceos por su filo son muy fáciles, de bloque en bloque, con enormes presas. Hacia la mitad, la hierba y pequeñas terrazas de tierra húmeda e inestable, sustituyen a la roca y nos complican la ascensión. La pendiente es muy escarpada y el terreno trasmite una embarazosa sensación de peligrosidad. Será preciso tentar cuidadosamente los vericuetos de esta trampa pérfida y desagradable para encontrar el itinerario que nos permita escapar de ella con mayor seguridad.

 doble resalte previo a la Coroneta
Arriba nos sorprende una pradera sosegada, como una ola mansa y sumisa, en la que uno esperaría encontrar un rebaño pastando apaciblemente. La dócil majada rompe de una forma brusca y sorprendente en todas direcciones, impidiendo la progresión hacia el ya próximo pico de L’Ouradé  Justo sobre la prolongación de la cresta, se abre una estrecha canal que permite el descenso: aunque sólo presenta algún problema en su mitad y sólo durante unos pocos metros, resulta sensato recurrir a la cuerda (rápel de 20 metros).
L´Ouradé
Una sucesión de suaves domos nos conducirán hasta las rocas de L’Ouradé desde donde, mediante una fácil y hermosa travesía cimera, alcanzaremos el pie de una esbelta agujilla desprendida de la pared. La rodearemos y nos desplazaremos unos metros a la derecha para superar una chimenea de dos metros (IV) encima del cual se abre una esplendida fisura vertical de unos cuatro metros. Al parecer, descendiendo unos metros hacia la derecha se alcanza una canal que conduce directamente a la cima sin mayor dificultad. Despreciando la atractiva y difícil fisura, también se puede girar a la izquierda, atravesar el colladito de la aguja y ganar la cima por otra chimenea (IV-) o fisura abierta. 

La prolongación de la travesía hacia el vecino pico de Ferraturas (Garmo Blanco en algunas publicaciones) es complicada y poco evidente, aunque merecería la pena extender el paseo hasta esta cima, cuyo descenso es algo incómodo (es también factible rodear el pico de L’Ouradé por la vertiente francesa, con escasa pérdida de altura). De otra forma, se impone el retorno a nuestro punto de partida, el Portalet, y, por tanto, el descenso, siempre fastidioso. Desde el collado de L’Ouradé hay que bajar por la vertiente española un talud acusado y sembrado de pequeños derrubios, hasta alcanzar los llanos del alto Arrigal y tornar al vehículo por la pista ganadera que nos dejará junto a las casas del Portalet. ¡Atención a esta bajada, que transcurre por un terreno muy empinado, desagradable y peligroso!... Para románticos y con disponibilidad de tiempo, en perfecta armonía con el espíritu de esta travesía, puede recomendarse el descenso por la vertiente francesa, así mismo arduo y complejo, para retornar al Portalet por el Puerto Viejo.