Vías Pirineos de dificultad media, [escalada PD, AD, D (IIº/IVº, máx. Vº)]. Vivencias de montaña. Rincones desconocidos o escasamente divulgados. Y alguna que otra reflexión

viernes, 14 de marzo de 2014

Aludes


Hace algunos años fui testigo de cómo cuatro grandes helicópteros de transporte del Ejército sobrevolaban con gran estrépito el Balneario de Panticosa; realizaron varios vuelos circulares con la evidente intención de comprobar la estabilidad del manto nivoso; después de su insistente y confortador  reconocimiento desaparecieron para regresar un poco más tarde y perseverar en la tentativa de desprender cualquier potencial alud, gracias al ruido, vibración y ondas transmitidas por sus potentes motores de doble rotor: nada se movió y, finalmente, los aparatos depositaron sobre la nieve un nutrido grupo de esquiadores. El riesgo oficial consignado durante aquella jornada se elevaba a 4 (en la escala oficial de cinco puntos).

En enero de 2011, un invierno de escasa nieve, dos montañeros eran sorprendidos por un alud de placa en la vía normal del pico de Sabocos. Descendían de la cima tras haberla logrado por el corredor Panticosa ICE; ambos eran experimentados y estaban bien equipados, aunque no portasen ARVA. Uno de ellos pereció en el accidente. A lo largo de toda la semana anterior no había caído ni un solo copo y un marcado anticiclón propició continuadas horas de insolación, transformando en profundidad la nieve; los riesgos de la actividad en montaña parecían concentrarse en deslizamientos por una superficie marcadamente helada, nunca en potenciales avalanchas. De hecho, en la misma zona donde se produjo el desprendimiento, otro montañero, pister de la estación, había informado apenas unas horas antes sobre la inexistencia de placas. El riesgo consignado por la AEMT era mínimo.

el pico de Sabocos; en primer plano el corredor Panticosa ICE; a la derecha, la rampa de la vía normal, donde cayó el alud
Sin embargo, a lo largo de esa misma jornada previa, soplaron vientos muy fuertes en todas las direcciones. Aunque el patrón general dominante procedía del noreste, se registraron rachas muy fuertes en cualquier orientación, según varios informes procedentes de diversos puntos del Pirineo; al parecer, en la sierra de Tendenera, los vientos del sur fueron particularmente intensos.

A pesar de la siempre peligrosa combinación de viento y baja temperatura, cabría pensar que apenas existía nieve movilizable, consecuencia del buen tiempo que precedió al accidente. ¿Cómo pudieron formarse en tan solo unas horas la multitud de placas que se llegó a detectar el día del suceso? La fatal avalancha tenía unos cien metros de ancho por setecientos de recorrido e, integrada por grandes bloques, se desprendió solo con el peso de dos personas andando, en una ladera orientada al oeste.

aunque no sea una situación tan insólita, nunca había visto tal profusión de placas en la vertiente norte de la Partacua. 
A escasa altura (2000 metros) y en pendientes no demasiado empinadas (abril 2011).
detalle de una línea de fractura; el alud fue también de fondo
Tanto este trágico suceso, envuelto en circunstancias que podríamos considerar extraordinarias, como el infructuoso ensayo de los helicópteros, vienen a confirmar la dificultad para la previsión de aludes, por mucho que se haya avanzado durante los últimos años en el estudio de la formación y desencadenamiento de avalanchas. Obviamente, no me estoy refiriendo a las purgas naturales que experimentan los escarpes empinados durante o inmediatamente después de una gran nevada, ni a los grandes aludes de fusión que caen cada primavera tarde o temprano, casi siempre por un recorrido fijo. Quien realice actividades de montaña en evidentes condiciones desfavorables, como, por ejemplo, internarse en un corredor en horarios desaconsejables, debería ser consciente del riesgo que asume, por más que, en ocasiones, incidencias difíciles de eludir puedan empujarnos a ello.

la presencia de cornisas hace suponer la presencia de placas a sotavento, sean o no visibles sus huellas; 
sin embargo, la inexistencia de cornisas no garantiza la ausencia de placas.
 En todo caso, es relativamente  improbable padecer los efectos de un alud de origen espontáneo; al menos, tal probabilidad es muy poco significativa frente a la de resultar sepultado por una avalancha que nosotros mismos hayamos provocado. Y aquí entran en juego las ineluctables, insidiosas, traidoras y fatídicas placas esculpidas por el viento. He leído en más de un manual juiciosas instrucciones para detectarlas, pero nunca hago demasiado caso de tan presuntamente útil conocimiento: podemos sospechar la presencia de placas a sotavento de cualquier relieve más o menos marcado, a veces enmascaradas por nevadas posteriores, pero una y otra vez observaremos huellas de alud en emplazamientos insólitos. Test de avalanchas y análisis de cristales y capas, por muy ilustrativos que puedan llegar a ser, pierden su validez según nos alejamos del punto y ocasión en el que se han realizado; tampoco son definitivos los indicios que permiten estimar la dirección desde dónde ha soplado el viento, por más que la presencia de cornisas y otras pistas acostumbre a ser esclarecedora. Y tanto una fundada intuición como la experiencia tampoco llegan a implicar excesivas garantías.

justo desde la cima de Garmo Negro. Es de suponer que se desencadenaría un alud de grandes proporciones, 
capaz de alcanzar la majada de las Argualas.
 ¿Qué hacer, pues? Resulta que las actividades de montaña son imprudentes, como también lo es vivir. Dicho de otra forma, se trata de introducir un poco de cordura en ese tan insensato como maravilloso delirio que nos impulsa hacia la cima. Tomar cuantas precauciones seamos capaces de asumir, vestirnos de prudencia; estudiar los partes, incluidos los de varios días antes de la excursión, trazar itinerarios con el nivel más bajo posible de exposición… ¡Y tener muy claro que puede no ser suficiente!

en pleno ascenso de Garmo Negro es frecuente cruzar vastas huellas de avalancha. Tantas veces va el cantarico a la fuente...
A tal respecto, es muy de agradecer el esfuerzo institucional, el de algunas organizaciones y el propiciado por iniciativas privadas para arrojar un poco de luz sobre la prevención de aludes. A lurte, Montañas seguras, FAM; textos, informes y boletines, señalización en los valles y puntos estratégicos, consejos y advertencias de expertos y guardas de refugios…

A todos ellos, gracias.

Algunos enlaces interesantes:
http://www.aemet.es/es/eltiempo/prediccion/montana?w=2&p=arn1
http://www.meteofrance.com/previsions-meteo-montagne/bulletin-avalanches/pyrenees-atlantiques/avdept64
http://lameteoqueviene.blogspot.com.es/
http://www.montanasegura.com/aludes/visor.php

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