Vías Pirineos de dificultad media, [escalada PD, AD, D (IIº/IVº, máx. Vº)]. Vivencias de montaña. Rincones desconocidos o escasamente divulgados. Y alguna que otra reflexión

sábado, 18 de agosto de 2018

Infierno, marmolera norte 2


en rojo, la presente vía; en verde la de 2017 y en azul la variante de la norte original.

Hasta ahora, todas mis ascensiones a las tres marmoleras del Infierno tuvieron en común una dificultad muy por debajo de lo previsto, algo hasta cierto punto decepcionante, pues el interés deportivo devino casi banal. Sin embargo, lo que realmente buscaba era una relación intensa con esa roca tan peculiar que muchos rechazan confundiéndola con el vulgar calcáreo gris. Y eso, claro, porque nunca entablaron con las marmoleras un diálogo tan entrañable y cordial como el mío, propio de un apasionado romance todavía vigente.


la marmolera suroeste sobre los ibones de Pondiellos.

la marmolera oeste vista desde la vía normal al Infierno.

Pero en esta ocasión todo ha cambiado. Se trataba de ascender una vía que llama desde muy lejos la atención, marcada por una singular veta de mineral oscuro que escinde la marmolera norte justo por la mitad. Un sendero vertical tan sugerente como irresistible, incluido en mis proyectos para el apacible veroño pasado que tan buenas oportunidades meteorológicas brindó, ninguna de la cuales pude aprovechar por diversas circunstancias.


Infierno cara norte; corredor y marmolera; morrena lateral de la Pequeña edad del Hielo.

De acuerdo con mis anteriores vivencias en las marmoleras, decidí atacar la vía sin material de aseguración. Vale, si algo sale mal, me escapo por la derecha hacia terreno conocido, ¿no? Son nada menos que casi tres kilitos menos en la espalda, argumento nada desdeñable, sobre todo si acostumbran a viajar dentro de la mochila, casi siempre sin utilizar. Como único instrumental de escalada llevé un cordino de 20 metros para resolver un corto y eventual rápel “a lo Dulfer” ¿Pero qué es eso del Dulfer? Pues un remedio antiguo, muy antiguo, que consiste en recibir la cuerda entre las ingles, para después dar la vuelta en torno del pecho y salir por encima de un hombro rodeando la espalda. Sin arnés, sin mosquetones, sin anillos… Funciona, y lo hace muy bien en distancias cortas. Doy fe. Es lo que tiene más de medio siglo subiendo y bajando montañas (muy importante hacerlo con todos los huesos íntegros y en su sitio habitual). Pero en esta ocasión tampoco necesité tal recurso, aunque fue reconfortante contar con él, ya que el exceso de confianza tuvo su protagonismo.


el ibón inferior de Bachimaña y refugio.

cola del embalse de Bachimaña Superior.

La montaña en general y las marmoleras del Infierno en particular no dejan de sorprenderme, lo cual es maravilloso, ¿verdad? Por fortuna el susto fue pequeño, pues en todo momento tuve la situación bajo control, si bien con notable tensión, pendiente de que la providencial línea de presas proporcionada por el filón de roca oscura pudiese llegar a interrumpirse. Ansiedad creciente según se iba desvaneciendo la posibilidad de abandono, pronto impensable a pesar de ese tranquilizador cordino de 20 metros.


Arnales e Infierno; Azul Inferior.

Arnales e Infierno desde el Azul Superior.

Azul Superior; picos de Bachimaña.

la marmolera norte, que el filón oscuro de la vía parte por la mitad.

La vía es increíblemente sostenida: un inmenso paso de IIIº, con marcada vocación de IIIº+ y con abundantes aunque breves incursiones en el IVº, alguna asimismo en su límite superior. No hay tampoco terracillas ni emplazamientos adecuados para una reunión cómoda; por lo demás y aunque a veces escasean, buscando un poco siempre aparece alguna presa sólida y fiable. El terreno es también propicio para la colocación de toda clase de fisureros (esos que no llevaba).


la cresta noreste del Infierno con su aguja Bicolor, de acuerdo con el bautizo de Jean Arlaud.
Otro proyecto dormido que tal vez... sin embargo, un  dato a tener en cuenta: Arlaud encontró aquí muchos problemas.

Quizá alguno de los pasos más serios sea eludible, pero no deberíamos contar mucho con esa posibilidad. ¿Y qué pasa cuando por fin la protectora veta de mineral sombrío, que primero forma una vaga canal estrecha para después mudar a protuberancia sobresaliente de la pared, se desvanece cerca de la cima? Pues que allí aparecen mínimas cristalizaciones, similares a esponjas fósiles, oportunidad para finalizar la ascensión sin ulteriores emociones. ¡Qué suerte!


la marmolera norte desde la cumbre; al fondo, el Balaitús.

Aventuraba, en una entrada anterior, el potencial problema de la zona superior de la marmolera, donde la mala disposición de los estratos y la ausencia de presas podía comprometer el final de la ascensión y propiciar graves enriscamientos. Tal inconveniente se ha confirmado plenamente en la presente vía, donde la roca clara ha constituido siempre una pésima opción, lisa, frágil y con presas escasas e invertidas, constante en todo el tercio superior de la pared.


final de la vía desde la cresta cimera.

El rifirrafe surgió ya desde el primer momento, pues la entrada a la vía estaba obstaculizada por irreverentes neveros helados; no obstante, normalmente no existirá inconveniente para alcanzar el pie de vía sin obstáculos reseñables. En todo caso, si los primeros metros son apacibles y relajados, pronto empieza la fiesta; la pared siempre aérea se orienta a la verticalidad, aunque no la alcanza nunca, y un pensamiento alarmante se adueña de la mente: ¿hasta cuándo perdurarán las presas en este filón de roca enlutada que escinde en dos la marmolera? La respuesta, en la cumbre. Entretanto, la canal azabache tiende a cerrarse, ocasión que aprovecho para probar suerte en el mármol de la izquierda. Mala idea; así que no tardo en retornar a la redentora veta.


la marmolera norte y sus vetas de mineral oscuro.

No echo en falta el material de escalada; la características de una ascensión en solitario limitan el aseguramiento a pasos aislados; de otro modo tras superar el largo es preciso bajar a recuperar todo lo instalado y después tornar a subir… ¡menudo desperdicio de tiempo y esfuerzo!, suponiendo que se disponga de ambas cosas y se puedan montar reuniones adecuadas y multidireccionales, algo nada fácil. No es mi caso, desde luego. Y en esta vía, tan sostenida, menos. Tampoco hubiera servido de mucho el cordino de 20 metros, pero fue reconfortante llevarlo. Al menos, por una vez me he alejado mucho de los casi diez kilos habituales sobre la espalda.


en esta imagen se aprecia perfectamente el recorrido de la vía.

Por lo demás, los pasos más complicados son de longitud exigua, apenas unos pocos movimientos de carácter técnico, forzando oposiciones y adherencia a la que la roca responde muy bien. Poco mármol, pues, pero una magnífica y segura ascensión que, globalmente, bien merece una calificación de Difícil inferior. Era esta mi séptima vía al pico del Infierno, que he completado con la octava durante el descenso por la vía normal, curiosamente todavía sin recorrer. Lo cierto es que este descenso hasta el ibón de Tebarray es muy enmarañado e incómodo, además de largo. También conflictivo en caso de mala visibilidad. La mejor opción es bajar por la corta cara sur y ganar el collado de Pondiellos, para regresar a Panticosa por las Argualas.


la cumbre.

ibón de Tebarray.

Garmo Negro e ibones de Pondiellos.

la cresta noreste... ¿quizá escenario de mi novena vía al pico del Infierno?

3 comentarios:

  1. Antes de este, he visitado tu post del 2015, en que acometes la marmolera SO. Te he cometado all´ñi que ascendimos hace 30 años, (1988-1990 quizàs) la veta que reseñas aquí. Nososotros, Enric Asín (yo mismo) y Jordi Berrocal, sí éramos conscientes desde la semana santa anterior de que la paret no era un PD...así es que llegamos equipados. Pero nuestra filosofía de entonces nos impedía "abandonar" material en las vias y exigía pasar "como si nada hubiera ocurrido" allá donde fuéramos. Así es que si por casualidad ha encontrado algo puesto, seguramente no es nuestro. Me alegro de que álguien como tú haya podido disfrutar (y además en solitario) del itinerario, por demás evidente y llamativo. Felicidades de nuevo.

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  2. Por cierto, que el itinerario azul es el que te comento también que por las mismas fechas ascendimos en invernal.

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    1. Es fue el primero que ascendí, hace ya... ni sé cuántos años. También es el menos interesante de todos. La línea verde resultó muy fácil; la roja no, desde luego, aunque no estoy muy seguro de la valoración, pienso que sí hay algún paso de IVº y me alegro de que hayas confirmado esa cotación.

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