primeras luces sobre Yenefrito.
El pastoral vallejo de la Ripera, recorrido por el río Bolática, apenas si era conocido ni visitado desde que remitió el pastoreo hasta hace unos pocos años. Y otra vaguada tributaria, surcada por el torrente Laulot, no existía sino para los fervientes del ibón de Catieras, por cuyos aledaños suele perderse algún otro pescador que sueña con sus truchas. Todo cambia, claro, y últimamente se dejan ver por allí otros seres alienígenas, de larguísimos pies cuando caminan sobre la nieve, que, cuesta abajo, al retorno de su efímera incursión, escapan raudo hacia la civilización. También, tras cada deshielo, están apareciendo otros personajes exóticos… ¿qué buscan y qué pueden encontrar en este rincón perdido del valle de Tena?
Yenefrito, coronado al fondo por los picos de Ferreras; a la derecha, el pico de las Escuellas.
amanecer sobre Sabocos, en el centro, barranco de Trabenosa y a la derecha, Mandilar
Tendenera y Ripera, al fondo del valle de La Ripera.
Pero empecemos por el principio, cómo llegar a Yenefrito, cuya entrada se anuncia muy pomposamente bajo el bizarro Dedo de Yenefrito, de apariencia inexpugnable (no es para tanto, la verdad). Desde Panticosa, detrás de la estación inferior del telesilla, parte un camino algo pedregoso pero muy agradable, que se interna en el bosque siguiendo el curso del Bolática. Un primer desvío a la izquierda enlaza con la pista de La Ripera, segundo punto de partida del que hablaré después. Si ignoramos esta bifurcación, no tardaremos mucho en cruzar el río por el puente de La Zoche y en adelante, tras un breve repecho y el cruce de algún barranco, seguiremos los hitos a través de unos bancales sin ganar altura. El camino deviene trocha transitable por vehículos todoterreno que, de seguirla, nos devolvería a la pista de La Ripera en la ribera opuesta del Bolática, pero no haremos eso, sino que continuaremos, ahora de nuevo por sendero, hasta alcanzar, por fin, la mencionada pista muy cerca de donde comienza el valle de Yenefrito. Será preciso retroceder unos metros hasta encontrar la indicación del sendero que habremos de tomar.
montaña de El Verde.
pista de La Ripera, ahora en suave descenso.
Forato os Diaples. Rincón de El Verde.
La opción alternativa pasa por tomar desde su inicio, en descenso hasta cruzar el Caldarés, la pista de La Ripera, que parte de un pequeño aparcamiento bajo la roca de Forronías, en la carretera del Balneario o, bien, desde el área recreativa de Saplana, ya al otro lado del río, y algo más cerca del punto en donde se encuentra una barrera cerrada. Los comodones pueden pedir la llave en el Ayuntamiento de Panticosa. Pero esta pista tiene un problema: asciende rápida y satisfactoriamente desde la barrera… hasta una corona en la que traza una curva e inicia un largo descenso, casi hasta el puente donde cruza el torrente Laulot que baja de Yenefrito. Así que, por segunda vez, toca perder altura que más tarde será preciso recuperar. Que lata, ¿no? Sobre todo, al retorno en invierno: toca poner de nuevo focas o paso patinador durante algo más de dos kilómetros. Se hace pesado y tedioso.
Yenefrito, camino de Catieras.
Tendenera norte. Vallejo de Yenefrito; a la derecha, laderas orienales del pico de las Escuellas.
pico de las Escuellas desde el camino al ibón de Catieras. Laderas orientales.
En fin; hasta aquí hemos llegado (en torno a una hora de camino) y ahora procede remontar el valle de Yenefrito, pasando pronto a la altura del Dedo y, poco después, junto al refugio de Yenefrito (otra hora más), reconstruido recientemente, después de que una avalancha arrasara el antiguo. A su altura ya podemos emprender la conquista del pico de las Escuellas, gran mirador sobre Panticosa. Pero no es tan fácil como a veces se le supone. Si desdeñamos esta posibilidad y proseguimos ascendiendo por el sendero, este nos amenaza con cruzar el torrente Laulot, poco después de recibir el arroyo desagüe de Catieras. Y digo amenaza porque si baja crecido, sea por tormenta o deshielo, el asunto pinta azaroso y sugiere baño de pies. Mis queridos bastones, que tanto desprecié antaño, sirven de gran ayuda para salir airoso de tal empresa. Pero si no podemos o no nos apetece cruzar el Laulot, es factible también continuar plácidamente el recorrido de Yenefrito hasta su cabecera, Las Chornaleras, paraje desde donde se puede emprender alguna que otra nueva opción de acceso al pico de las Escuellas o, enfrente, al este, a los picos de Mallarruego. Y, ¿por qué no?, asomarnos a la ribera de Tendenera o al puerto de Ordiso, este último bastante elevado.
tras abandonar el camino al ibón de Catieras, entramos en las cubetas superiores de Yenefrito.
la hermosa faz del Ferreras sur y su interesante travesía cimera.
Ferreras sur y As Saleras, pequeños promontorios en la cresta que los une a los Mallarruegos.
¿Que elegimos el cruce del Laulot? Pues a trepar por una ladera empinada, camino, inicialmente poco marcado, del ibón de Catieras. Desde el ibón podemos acceder a los picos de Catieras, Baldairán y Ferreras norte. Pero si nos desviamos a la derecha, antes de llegar al ibón, nos plantaremos sobre unas lomas apacibles al pie de a cumbre sur del Ferreras, atractiva muy atractiva, por cierto, y visible desde Panticosa. Muy próximos, al sur, dos pequeños promontorios reflejados en los mapas (cuando aparecen) como As Saleras, y, un poco más allá, los picos de Mallarruego y de Ordiso.
Tendenera y Sabocos, desde As Saleras.
cumbres de Mallarruego; a la derecha, el pico del Puerto de Ordiso.
Ferreras sur desde As Saleras norte. Ascensión atractiva y sencilla.
picos de Catieras y Baldairán; al fondo, las Argualas.
Ferreras sur.
Ferreras sur.
refugio nuevo de Yenefrito.
No está mal, ¿verdad? Aunque preciosas, son cumbres modestas que exigen una larga caminata, pues están algo apartadas y suponen un gran desnivel sobre el punto de partida, Panticosa. Todo ello explica que no sean muy visitadas. Pero eso, tampoco deja de ser un aliciente en estos tiempos de tanta saturación, al menos en ciertas fechas.
Magnifica entrada e imagenes compañero. ES una zona fantastica.
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