Vías Pirineos de dificultad media, [escalada PD, AD, D (IIº/IVº, máx. Vº)]. Vivencias de montaña. Rincones desconocidos o escasamente divulgados. Y alguna que otra reflexión

viernes, 5 de enero de 2018

Las marmoleras del Infierno.

marmolera suroeste, filón oscuro

¿Pero son de mármol o no son de mármol? Para los amantes de la montaña, cada pico, cada cumbre tiene una personalidad —¿o deberíamos decir “montañidad”?— que lo distingue del resto. Pues, sin duda, lo que caracteriza al pico del Infierno son sus famosas marmoleras, esas placas que semejan nieve vieja y que ni el calentamiento global ha sido capaz de fundir, cosa, por cierto, que nada tendría de extraño si de mármol se tratare.

He de advertir que no soy muy adicto al apetito tresmilero (vaya, otro vocablo nuevo), por lo que, en mi opinión, se trata de una sola cumbre con dos antecimas; por otra parte, su nombre más antiguo conocido sería el de Quijada de Pondiellos, a despecho de cómo pudieran denominarlo (si es que lo hacían) las tribus que habitaban estos valles en la prehistoria. Más recientemente, todo el mundo lo conoce como Pico del Infierno, nombre de incierto origen, muy a pesar de su pertinaz atribución al Conde Russell (sí, sí; yo también he caído en ese error); al parecer, Henry Russell se limitó a llevar a sus textos “un nombre anterior a 1866 de una broma montañesa que hizo fortuna; seguramente, trasladada por alguno de sus guías sallentinos o panticutos” (Alberto Martínez Embid, quien constató que la apelación ya existía antes de la visita del conde).

Bien; ahora toca introducir una aclaración que debe leerse despacico; ahí va:

“...los Picos de Infiernos se ubican en esa aureola de contacto, y en sus laderas se hace evidente la actuación de los procesos de metamorfismo, alternando las metapelitas esquistosas fuertemente plegadas y fracturadas con los mármoles calizos diapíricos eodevónicos que se inyectan en ellas como consecuencia de la acción termodinámica inducida por el batolito.” (Serrano, 1991).

¿Y bien?; tales placas, ¿son de mármol o no son de mármol? Después de leer y volver a leer el párrafo, las cosas, poco a poco, eso sí, van quedando tan claras como las propias marmoleras: la presión y el calor del batolito granítico dieron origen a las tan características placas de los picos del Infierno. O sea, que sí; ¡es mármol!, aunque lo duden quienes atraviesan (algunos con el estómago encogido) la aérea cresta entre la antecima occidental y la cumbre. Para muchos de ellos, lo que pisan en nada se diferencia del vulgar calcáreo común. Y es que la presencia de roca cristalizada solo se hace de verdad evidente en la mitad inferior de estas fascinantes placas (tal vez menos en la Occidental). Bueno, ¿y qué? Pues... que, además de cautivadora, la roca tiene una solidez y adherencia excepcionales, muy proclive a experiencias satisfactorias; por otra parte, la inclinación de las vertientes tan solo es moderada, lo que favorece la ausencia de dificultades notables. Y, por si aún fuera poco, el marco es realmente excepcional; todo un desafío para quien aspiré a profundizar un poco más en el conocimiento de las marmoleras. ¡Lástima que el glaciar...! Ahí sí, ahí sí que se ensaña el calentamiento global.

No voy ahora a abundar en detalles sobre algunas posibles líneas de ascensión a cada una de las tres marmoleras (Suroeste, Oeste y Norte) que circundan el pico del Infierno, cuya descripción pormenorizada de mi visita puede encontrarse en este mismo blog:

https://rondapyrene.blogspot.com.es/2015/06/infierno-marmolera-suroeste.html
https://rondapyrene.blogspot.com/2020/08/infierno-marmolera-suroeste-ii.html
https://rondapyrene.blogspot.com.es/2015/09/la-tercera-marmolera-infierno.html
https://rondapyrene.blogspot.com/2021/02/infierno-marmolera-oeste-ii.html
https://rondapyrene.blogspot.com.es/2017/08/infierno-marmolera-norte.html

https://rondapyrene.blogspot.com/2018/08/infierno-marmolera-norte-2.html

marmolera suroeste
marmolera oeste

marmolera norte

Sin embargo, sí quiero, fruto de mi idilio con las marmoleras, extenderme un poco acerca del carácter (eso es, la “montañidad”) de mis novias. De la primera, la Suroeste —¿quién puede olvidar el primer amor?—, destacaría el poderoso influjo de los filones oscuros que la atraviesan en diagonal; el más elevado conduce casi directo desde la base hasta la mismísima cima. Sea o no la más bella, fue un amor a primera vista y por eso le perdono que se dejara seducir con demasiada facilidad, con menos resistencia de la previsible. Todo mesura, proporción, franqueza, sin rudos obstáculos; ¡que la ansiedad no frustre el amable camino hacia la cumbre! Pero hay que tantearla con mucho respeto; si nos propasamos, tampoco perdonará la osadía. Cualquier error en estas empinadas laderas...

De la marmolera Oeste, ¡qué decir! Un tanto rarilla... inmensa; muy presente y muy oculta a la vez. La zona inferior es de veras peculiar, en extremo pulida; tanto que a pesar de ser casi plana se atraviesa con prudencia. Algunos hilillos de agua manan de fisuras imperceptibles, mientras que apenas ofrece resquicios para escarbar bajo su piel... y, de paso, anclar un fisurero. Su conquista obliga, si partimos de Sallent, a un vasto coqueteo a lo largo del cual casi no se dejará ver: solo desde muy cerca nos descubre íntegra su intimidad. Y también en este caso, lo único que vislumbran quienes se acercan al borde superior de la placa desde la vía normal al Infierno apenas se distingue del calcáreo. Claro que tampoco en la falda divisaremos muchos puntitos brillantes propios de la cristalización; lo suyo es una vocación de encimera para la cocina.

La marmolera norte, tan a la vista, desafía a senderistas y turistas con un aspecto bronco, fiero. ¡No hagáis caso! Ni siquiera está enfadada; solo lo hace para amedrentar y alejar a los imprudentes que, aun declarándose devotos, aspiran a desposarla sin dote. Pero... no debe de haber muchos de estos, ya que casi todos pasan de largo. ¿Qué se pierden?; pues la mayor acumulación de roca cristalizada del macizo; un mármol purísimo que llega casi hasta la mitad de la placa. Más arriba, también se disfraza de vulgar calcáreo, quizá para despistar, ¿o no? Lo cierto es que resulta una verdadera delicia transitar por el mármol que se alza justo encima del glaciar; más arriba todo se vuelve más vulgar... y no tan seguro. En fin, la última vivencia que he experimentado en esta marmolera me ha revelado un nuevo mundo: menos mármol y mayor interés deportivo.

Amores para compartir, sería insensato flirtear con las marmoleras sin más ni más. Hace falta un poco más que buenas intenciones para camelarlas; al menos, una sólida experiencia en estos lances. Sin embargo, a los afortunados que posean el arte y peculio necesario para afrontar la conquista de los Infiernos por las marmoleras les espera el paraíso.

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